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Por la izquierda

Por la izquierda El País: ¿Y la izquierda? ¿Tiene razón de ser después de sus terribles fracasos, oportunismos, traiciones, pasividades, a lo largo del siglo XX? Quiero recordar aquí, porque en ello creo, sus victorias también, en su lucha contra los fascismos, en Europa, en los EE UU, en Latinoamérica. Pero también en su combate contra las dictaduras de izquierda. Ejemplarmente descrito por el novelista húngaro Giorgy Konrad en su libro Antipolítica.

¿Y hoy? Cayó el muro de Berlín. Se derrumbó la Unión Soviética. Lo que no se derrumbó fue la injusticia social. Lo que no cayó fue la explotación del hombre por el hombre.

Han concluido, con el siglo y el milenio, dos teorías reductivistas de la economía y la sociedad. El llamado 'socialismo real', que no era ni socialismo ni real, sino la fachada totalitaria y dogmática de una economía sin libertad ni eficiencia, murió al caer el muro de Berlín en 1989. En su lugar, otro dogma, el de la libertad irrestricta del mercado, fue puesto en práctica por los gobiernos de Ronald Reagan en los EE UU y Margaret Thatcher en la Gran Bretaña. Supuestamente abandonadas a la mano divina del mercado, las fuerzas económicas, concentradas en la cúspide, poco a poco (trickle down) irían goteando sus beneficios hacia las mayorías. Tampoco sucedió así. La concentración en la cima se quedó en la cima y, como oportunamente - como siempre- lo indicó John Kenneth Galbraith, la ausencia del Estado se convertía en una brutal presencia del Estado apenas se trataba de aumentar los gastos militares o salvar a bancos defraudadores o quebrados. Al cabo, la derecha poscomunista aumentó las distancias entre ricos y pobres, desprotegió a éstos, concentró la riqueza y consagró la filosofía neodarwinista expresada por Reagan: el que es pobre es porque es holgazán.

La gobernanza de los movimientos de centro- izquierda en países europeos durante la década final del siglo XX representa, ciertamente, una reacción contra ambos dogmatismos. Pero trátese de Tony Blair en Inglaterra, Lionel Jospin en Francia, Gerhard Schröder en Alemania, Massimo d'Alema en Italia, el socialismo escandinavo o el modelo polder (bienestar y empleo) holandés, todos han vivido una realidad inescapable que es la de la globalización económica y -a diferencia de la derecha thatcheriana y reaganista- deploran, no el hecho de la globalización, sino el hecho de una globalización sin ley, abandonada a su capricho especulativo y superior a toda normatividad nacional o internacional.

Si algo une a la nueva izquierda europea es su decisión de sujetar la globalización a la ley y la política. El 'darwinismo global' sólo genera inestabilidad, crisis financiera y desigualdades crecientes. La misión de la nueva izquierda es controlar la globalización y regular democráticamente los conflictos que de ella se derivan. Ello no significa que la izquierda tema a la globalización. Al contrario, ve en los procesos de mundialización un nuevo territorio histórico en el cual actuar.

La globalización le permite a la izquierda llamar la atención sobre la distancia creciente entre espacio económico y control político. Existe, en otras palabras, una economía veloz y una adaptación política lenta. En estas circunstancias, el control democrático se vuelve difícil, pero ello mismo obliga a la izquierda a combatir las distorsiones del mercado en la distribución de recursos, a equilibrar el mercado con medidas de solidaridad social, defensa del medio ambiente, creación de bienes públicos y prioridad a la política como instrumento de decisión racional. Ésta ha sido la virtud de las manifestaciones de Seattle, Praga y Génova.

La globalización da enorme influencia a los agentes no políticos y despoja de poder a los poderes electos a favor de los no electos. El peligro no es ya el 'ogro filantrópico', el Estado devorador criticado por Octavio Paz, sino el 'ogro desatado', el Mercado sacralizado cuando, en palabras de Milos Forman, 'salimos del zoológico y entramos a la selva'. Que el mercado y la política se apoyen mutuamente. Tal es el desiderátum de la nueva izquierda. 'Vivimos en una economía de mercado, pero no en una sociedad de mercado'. Esta consigna de Jospin es central a la filosofía de la nueva izquierda. Pero precisamente porque han surgido nuevas desigualdades al lado de las antiguas, la izquierda reafirma el valor de la igualdad y, lejos de temerle a la globalización, ha de ver en ella un nuevo territorio histórico en el cual actuar. Norberto Bobbio no ha dejado de insistir en la centralidad del tema igualitario para definir las políticas de izquierda como valores iguales y oportunidades iguales para cada individuo. La globalización, lejos de arrumbar el concepto de la igualdad, lo debe revalorizar en un horizonte ampliado, sin dogmas deterministas, pero con políticas tan concretas como puedan serlo, en primerísimo lugar, la oportunidad educativa en todas sus dimensiones modernas: educación básica, superior y, desde ahora, vitalicia.

Quienes se oponen a la innovación, conducen a los obreros al fracaso. La nueva izquierda no puede ser un neo-luddismo sino una política de oportunidades crecientes para el trabajo mediante arreglos contractuales que tomen en cuenta no sólo la flexibilidad de las empresas, sino la de los trabajadores. Han muerto el fordismo capitalista y el estajanovismo soviético. Más que políticas de pleno empleo, la izquierda debe definirse a favor del empleo satisfactorio que puede conducir a un creciente empleo con más trabajos temporales, de duración limitada y movilidad mayor, lo cual, para regresar a la base misma del proyecto, implica contar con sistemas de educación y entrenamiento continuos. El Gobierno francés de Jospin es el que más rápidamente se dio cuenta de que la economía moderna multiplica el destino del trabajo e implica mejor salario con menos horas en más ocupaciones.

Más crecimiento con más igualdad. Ello requiere medidas tan concretas como la modernización de la infraestructura regulatoria de la economía, reformas fiscales, reformas de los mercados financieros, del sector bancario y de las empresas. Ello requiere una constante negociación social para combatir la inflación aumentando los ingresos reales de los trabajadores.

La izquierda puede atestiguar que la globalización no es ni un monstruo ni un valor en sí. No se trata de sujetarla a un juicio de valor, sino de someterla a poderes políticos responsables y elegidos. Gobernada, la globalidad es una oportunidad para todos. Sin gobierno, redunda en la anarquía y desigualdad para todos. Hoy, globalidad e irresponsabilidad fraternizan en exceso. La izquierda deberá insistir en la necesidad de un ordenamiento político internacional que 'regule la expansión y la haga conciliable con los valores de la democracia, de la libertad individual y colectiva, así como la justa distribución de la riqueza' (D'Alema).

El futuro de la izquierda, ha dicho el ex primer ministro italiano, es idéntico a su capacidad de proponer y transformarse.

No hay izquierda que no sepa proyectar el futuro sin sacrificar valores permanentes de igualdad (no igualitarismo o nivelación) junto con valores de libertad para escoger, junto con valores que nos liberen de la necesidad. El capitalismo propone las razones de la economía. Pero la democracia propone los valores del consenso político. En el compromiso entre ambos, la izquierda es el espacio político en el que los más débiles de la sociedad y del mercado pueden combatir y negociar sus conquistas.

El desafío, por supuesto, es muy grande. Otra parte, más radical, de la izquierda argumenta que el capitalismo global ha dejado de buscar consensos y vive en constante contradicción con su propio Estado de derecho y sus propias declaraciones de derechos humanos. No hay derechos del hombre. Hay derechos del mercado.

Esta crítica radical no excluye, al cabo, las metas de primacía política y gobernanza de la globalidad que propone la izquierda reformista. Pensar lo contrario es darle todas las ventajas al statu quo y animar, incluso, el desaliento ante lo supuestamente inevitable. La democracia de izquierda ofrece, en cambio, múltiples pautas para seguir distinguiendo, como nos lo pide Bobbio, a
derecha e izquierda, otorgándole a ésta el proyecto de más crecimiento con más igualdad.

No paso por alto, sin embargo, la saludable actitud de mi amiga Rossana Rosanda: es preferible tener más dudas que razonables certezas. Ello, quizás, también es parte de una nueva izquierda que abandona los terribles lastres de los dogmatismos que han conducido, una y otra vez, a su fragmentación, ayuno pro positivo y, al cabo, derrotas. Duele admitir que el caso de la izquierda mexicana es particularmente ilustrativo en este respecto.

Después de las elecciones democráticas del 2 de julio de 2000, que pusieron fin a 71 años de gobierno por un partido único (el PRI o Partido Revolucionario Institucional), la vida partidista mexicana reveló su anacrónica insuficiencia. El PRI vivía de su simbiosis con el presidente de la República. PRI sin presidente es como huevo sin sal: una gallina descabezada corriendo a tontas y a locas por un corral cercado de nopales. El PRD (Partido de la Revolución Democrática) representó la oposición de izquierda al PRI, pero, como éste, da muestras de desfallecimiento interno. Sus consignas contra el PRI ya no tienen sentido: ambos son partidos de oposición. Pero las propuestas del PRD se parecen demasiado a las de la vieja izquierda nacionalista, hambrienta de un macroestado, grande por su tamaño aunque pequeño por su eficiencia. Renuente a aprovechar las ventajas del mundo moderno e inclinada a condenarlas en bloque como parte de un complot contra la nación, exonerante de las dictaduras extranjeras si se dicen de izquierda, la izquierda mexicana requiere una puesta al día que la conduzca por el camino de la socialdemocracia. Hay una parte del viejo PRI sin redención: son los llamados dinosaurios, incapaces de abandonar sus añoradas prácticas del fraude electoral. Pero hay otra parte de talante socialdemócrata que preserva las mejores tradiciones de la revolución mexicana, pero las pone al día en un país abierto al mundo, a la modernidad crítica y a las oportunidades de construir globalidad y modernidad a partir de la localidad. Es más: esta corriente renovadora del PRI no concibe al partido como revancha, sino como oportunidad de ser un verdadero partido político, no simple apéndice tutelado del presidente de la República.

La centroderecha (el Partido de Acción Nacional del presidente Vicente Fox) está en el poder. Frente a él, la única oposición viable, a la postre, es la socialdemocracia de centroizquierda.

¿Es ilusorio hablar de un fortalecimiento de la izquierda en México a la vista de sus debilidades actuales? Recordemos la debilidad del Partido Socialista francés, prácticamente aniquilado por la ineptitud de Guy Mollet y la aventura de Suez, y su vuelta a la vida tras el Congreso de 1971, que eventualmente llevó al poder a François Mitterrand 10 años más tarde.

Evoquemos la postración del Partido Laborista inglés bajo James Callaghan en 1979, la aparente invencibilidad de los conservadores durante el reino de Margaret Thatcher, dispuesta a matar para siempre a la izquierda británica, y su triunfante resurrección con Tony Blair: el Partido Laborista tiene ante sí un horizonte ancho y largo para ejercer el poder.

Pero, sobre todo -lo que más nos interesa a los latinoamericanos-, la transición democrática española ha sido el gran ejemplo del paso de una dictadura mucho más dura que el PRI a un Estado democrático. Cuatro décadas de guerra civil y dictadura franquista impusieron obligaciones a España que sus actores políticos -de Adolfo Suárez a Santiago Carrillo- supieron cumplir con el ánimo de servir al país y a la democracia, no a sus intereses partidistas. El rey Juan Carlos fue el gran mediador de todas las tendencias, el fiel de la balanza. La izquierda posfranquista llegó al poder en 1982, con un político excepcional, Felipe González. Durante 13 años, González y el PSOE enfrentaron y resolvieron el gran problema del posfranquismo: equiparar las estructuras políticas al desarrollo económico y social. Demostraron que la izquierda moderna puede satisfacer las demandas del crecimiento junto con las de la justicia social, allí donde la derecha recalcitrante sólo contempla, sea la restauración de añejos privilegios, sea la exclusión pura y llana de las demandas sociales. Al integrar a España a la Comunidad Económica Europea, el Gobierno de González no perdió soberanía: ganó cooperación. España nos dio la prueba de una izquierda democrática que no satanice ni a la empresa privada ni al Estado, sino que a ambos les dé sus funciones propias y éstas se sostengan sobre el vigor y pluralidad de la sociedad civil, la vida partidista y el ejercicio efectivo y vigilante de los procesos democráticos.

América Latina, donde los estragos del estatismo excesivo por una parte y del mercado salvaje por la otra han demostrado sus respectivas insuficiencias para atender la pavorosa miseria y desigualdad de un continente de 400 millones de seres donde 200 millones se encuentran sumidos en la pobreza, tiene el derecho de confiar en una izquierda democrática pos-soviética que le devuelva poder a la gente en un marco de atención a las prioridades del orden social: salud, educación, techo, trabajo, salarios,
infraestructuras, derechos de la mujer, cuidado para la tercera edad, respeto a las minorías sexuales y a la libertad de expresión, protección a las etnias, combate al crimen, seguridad ciudadana. Una izquierda menos ideológica y más temática.

La izquierda añorante de lo que ya no fue no puede ser una izquierda constructiva de lo que debe ser. Pero la izquierda en el poder debe admitir siempre la existencia de otra izquierda fuera del poder: la que resiste al poder, hasta cuando (incluso cuando) es el poder de izquierda. Éste será el desafío para la izquierda del siglo XXI. Aprender a oponerse a sí misma para nunca más caer en los dogmas, falsificaciones y arbitrariedades que la mancillaron durante el siglo XX.

Por ello, nunca están de más las críticas radicales de la izquierda a la izquierda, como las del politólogo brasileño Roberto Mangabeira Unger, cuando advierte que no es misión de la izquierda humanizar lo inevitable, sino evitar lo inhumano.

Carlos Fuentes

La palabra precisa (2)

Rebelión: Por género se entiende una construcción simbólica que alude al conjunto de atributos socioculturales asignados a las personas a partir del sexo y que convierten la diferencia sexual en desigualdad social. La diferencia de género no es un rasgo biológico, sino una construcción mental y sociocultural que se ha elaborado históricamente. Por lo tanto, género no es equivalente a sexo; el primer término se refiere a una categoría sociológica y el segundo a una categoría biológica.

La importancia del concepto de género radica en hacer visible el supuesto ideológico que equipara las diferencias biológicas con la adscripción a determinados roles sociales. El concepto nació, precisamente, para poner de manifiesto una relación desigual entre los géneros (mujeres y hombres, entendidos como sujetos sociales y no como seres biológicos). Así surgieron los Estudios de Género que cuentan con una corta, pero intensa trayectoria como disciplina tanto en España como fuera de ella y que, si bien se han centrado en el papel social que se le ha atribuido y se le atribuye a las mujeres -dado que partieron del ámbito feminista-, ahora empiezan también a centrarse en el estudio del papel de los hombres como género. Afortunadamente, muchos hombres comienzan a estar interesados en desmontar la visión androcéntrica por parcial, incompleta e injusta- que ha dominado todas las disciplinas humanas desde sus inicios hasta nuestros días: desde la filosofía y la historia, pasando por el arte, la literatura, la política, el derecho, la sociología, la psicología, la ciencia, etc. y, como no, la lingüística; y que ha impregnado el pasado y el presente del pensamiento objetivo y subjetivo de las personas y de las sociedades.

El lenguaje es una de las máximas expresiones de las ideas y del pensamiento humano y los conceptos que en él se encierran, sirven para describir, encuadrar y comprender la realidad y, una vez fijados y establecidos, también afectan a la manera en que percibimos dicha realidad. En la práctica y metafóricamente hablando, el lenguaje puede ser masculino, femenino o neutro, depende de la perspectiva de género que adoptemos a la hora de hablarlo, limpiarlo, fijarlo y abrillantarlo.

La mayor violencia es el asesinato, pero también lo es silenciar a la mitad de la humanidad en un genocidio lento, constante y deliberado. Si antaño el revuelo feminista obligó a la Academia a revocar determinadas acepciones y a rebajar la testosterona del léxico, lo importante se ha quedado en los arrabales del concepto sin penetrar su centro. Lo políticamente correcto parece no haber transcendido el eje del discurso más allá del "compañeros y compañeras" y de hablar de "género humano" en lugar de "el hombre", que sospechosamente, la RAE en el Avance de su vigésima tercera edición se apresura ahora a enmendar, incluyendo por primera vez en el Diccionario la voz género humano, y definiéndola como "conjunto de todas las personas", no sea que las feministas vengan ahora con reclamaciones aduciendo que existen desigualdades entre los géneros.

El Pleno de la Real Academia Española, compuesto por 3 mujeres y 37 hombres ha elaborado un informe sobre la expresión violencia de género y una recomendación dirigida al gobierno para que no la utilice al redactar el Proyecto de Ley integral contra la violencia de género, expresión que ya había sido incorporada en dos leyes anteriores al hablar de impacto por razón de género. Cabría preguntar a los Sres. Académicos con cuántas especialistas en el campo académico de los Estudios de Género cuenta la Comisión de Vocabulario Científico y Técnico de la RAE o, en su defecto, y como recomienda explícitamente la propia Academia antes de tomar sus decisiones, con cuántas personas estudiosas y de reconocida solvencia en el tema que nos ocupa, ha consultado antes de afirmar alegremente que en español no existe tradición de uso de la palabra género nada más que para referirse a género gramatical o al concepto de género entendido como "conjunto de seres establecido en función de características comunes" y "clase o tipo".

Resulta, cuando menos, sospechoso que la Academia ignore largos años de trabajos científicos realizados por mujeres y que, a pesar de reconocer la existencia del término género en el sentido técnico expuesto en los prolegómenos de este artículo y de describirlo de forma explícita e inequívoca en su informe frente al concepto de sexo, concluya con un paradójico: "es obvio que debe decirse sexo y no género".

Analizar los problemas desde una perspectiva de género no es lo mismo que analizar los problemas desde una perspectiva de sexo, a no ser que queramos referirnos a divisiones biológicas atendiendo a determinados atributos genitales, que incidamos en aspectos eróticos o que tratemos temas pornográficos. La mención de la Academia a las expresiones sexo fuerte/sexo débil como única fuente a citar y como única aportación conceptual que reconoce a la "tradición cultura española" en este tema, es un insulto para investigadoras, feministas, centros de estudios, cátedras y universidades que durante los últimos veinte años vienen analizando con rigor estas cuestiones y han aportado una ingente cantidad de ideas, estudios serios y publicaciones científicas.

Existen numerosas monografías, publicaciones periódicas y una ingente "literatura gris" que corrobora la existencia de esa "inexistente" tradición cultural española. Dejando al margen los miles de artículos en revistas, seminarios, congresos, tesis, documentos administrativos, etc. le hubiera bastado a la Academia consultar el ISBN español (índice de libros publicados en España) donde solamente, y en referencia al título -no ya al contenido o la temática donde las cifras crecerían exponencialmente-, de 487 libros disponibles que en su título cuentan con la palabra género, 273 aluden al concepto de género con la acepción que la Academia niega. Es decir, un irrisorio e inexistente 56,4%, frente a un 43, 6% que agrupa al resto de las acepciones que la RAE sí reconoce.

Además, la exigua y vergonzosa documentación que aporta la Academia a la hora de decantarse por el uso de la expresión sexo en lugar de género no sólo supone un gran desprecio para las mujeres, las investigadoras y otros estudiosos del tema, sino un grave desprestigio para los lingüistas.

La RAE analiza las diversas expresiones usadas en español para referirse a los conceptos de: violencia doméstica, violencia de género, violencia contra las mujeres, etc. limitándose a citar la documentación que aparece en Internet haciendo uso del buscador Google y la que resulta de la base de datos CREA (Corpus de Referencia de Español Actual), base de datos creada por la propia Academia y que reúne textos completos de libros, periódicos, revistas y otros ejemplos del lenguaje oral, con el fin de valorar la frecuencia de uso de determinadas expresiones.

Pues bien, lo que analiza la Academia no es la frecuencia de uso del concepto género (que aparece en más de 100.000 documentos a lo largo y ancho de la WWW y, en la mayor parte de los casos con la acepción que la RAE niega), sino de la expresión violencia de género frente a otras como violencia doméstica, pero hay que tener en cuenta que ambos términos no son sinónimos.

Sabido es que los buscadores indexan las palabras de forma automática rastreando la World Wide Web y que Google utiliza un indexador automático llamado PageRank cuyo algoritmo, muy complejo, no sólo computa las apariciones de un término, sino que tiene en cuenta la estructura de los enlaces como indicador del valor de una página web, junto a otros elementos como una valoración cualitativa que se refleja en una mayor puntuación dependiendo de la importancia que tenga el sitio web que emita el documento en cuestión. Si las agencias de prensa difunden por la red una misma noticia haciéndose eco de las declaraciones de determinado político que ha utilizado una expresión concreta, dicha expresión aparecerá en cientos de periódicos a lo largo y ancho de la red, y los buscadores la registrarán como tal cientos de veces. Es de suponer que los periódicos ocupen un rango de página muy alto y que, por tanto, la aparición de cierto tipo de expresiones en los medios de comunicación esté s obrevalorada frente al uso no sólo en otros medios escritos como libros, artículos, etc. y, por supuesto gran parte de documentación que no aparece en la red o no está preparada para ser leída de forma automática por los indexadores que rastrean la WWW, sino también en otras webs con menor valoración para PageRank.

Cuando las frecuencias de uso en la Web tanto del término violencia doméstica como del término violencia de género son tan elevadas, habría que descartar esta fuente como indicador para decantarse por la utilización de una u otra expresión, ya que los documentos de la Web se actualizan constantemente y las cifras oscilan por momentos. Resulta cómico que haya sido la propia Academia la que haya igualado la frecuencia de uso de las dos expresiones violencia doméstica y violencia de género al difundir su informe por la Web y titularlo, precisamente, "Informe sobre la expresión violencia de género".

(1.880 noticias frente a 1.740 respectivamente, dos días después de difundir su informe).

Y en cuanto a la documentación extraída de su base de datos CREA, en donde la Academia se ha limitado a contabilizar los datos en bruto sin el más mínimo análisis, los propios académicos se sorprenderían si hubieran analizado las veces que aparece la palabra género no en el sentido de ?clase? o de ?género gramatical?, sino aludiendo al concepto de género como construcción social asignada a las personas en razón del sexo. Así, si buscamos la palabra género en relación con las categorías temáticas que la misma RAE establece para acotar las búsquedas, encontramos significativos y cuantiosos ejemplos del uso del término género en el sentido que nos ocupa, incluyéndose no sólo dentro de temas como mujer, desarrollo, empleo, política, educación, etc; sino, también en la categoría de ciencias y tecnología. El concepto de género ha dejado de ser un término técnico y se ha introducido en el lenguaje común.

La RAE sólo hace referencia a la frecuencia de uso en los medios, y deja de lado aspectos semánticos de gran importancia para categorizar los conceptos que han de ser fijados y aclarados de una vez por todas para que no puedan producirse equívocos legales o categoriales. Su propuesta de denominación ?Ley Integral contra la violencia doméstica o por razón de sexo?, es inapropiada y carece de fundamentos tanto lingüísticos.

Si lo que pretendemos es categorizar los tipos de violencia contra las mujeres para tratar los datos estadísticos para su posterior análisis desde un punto de vista legal, sociológico, policial, administrativo, científico, etc. y lo que es más importante, para buscar soluciones a un problema real como el que nos ocupa, debemos tener en cuenta que el término violencia de género engloba tanto la violencia producida en el ámbito doméstico, como la que ocurre fuera de él; y que, a su vez, la violencia doméstica no obligatoriamente se corresponde con el concepto de violencia de género, puesto que existe también violencia en el ámbito doméstico que no tiene nada que ver con cuestiones de género, como es la violencia contra los menores, los mayores, los hombres, etc.

La categorización sería la siguiente:

Por un lado distinguiríamos:

A. Violencia de género

1. en el ámbito doméstico

2. fuera del ámbito doméstico (discriminaciones laborales contra las mujeres, agresiones sexuales, trata de mujeres, etc.) B. (? otros tipos de violencia)

Y por otro lado diferenciaríamos:

1. Violencia doméstica

1. 1. contra la pareja

1. 1.1. contra las mujeres (sólo en este caso, la violencia doméstica está englobada dentro del grupo A. Violencia de género) 1.1.2. contra los hombres

1. 2. contra los menores

1. 3. contra los mayores

1. 4. otros

2. Violencia fuera del ámbito doméstico (?)

Así pues, si se acepta la propuesta de la Academia que es utilizar en la Ley la expresión violencia doméstica, caeremos en un limbo semántico que tendrá repercusiones para el análisis estadístico, legal y conceptual al dejar al margen la causa real por la que se cometen estos atropellos, puesto que para dicha categorización, el concepto de género es vital. De lo que estamos tratando es de la violencia contra las mujeres en el ámbito doméstico por razones de género y, por lo tanto, la ley debería denominarse: LEY INTEGRAL CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO EN EL ÁMBITO DOMÉSTICO (o simplemente Ley integral contra la violencia de género, si se quiere legislar más allá de este ámbito).

Y para concluir, ya que en estas fechas tiene lugar la Feria del Libro en Madrid, recomendaría a los Sres. Académicos que aprovecharan tal oportunidad y consultaran cualquiera de los 273 títulos recogidos en el ISBN español sobre género no gramatical, puesto que existen otros géneros, sin género de dudas.

Chusa Lamarca Lapuente

La palabra precisa

El Semanal: Se veía venir. Ley contra la Violencia de Género, la han llamado. Pese a los argumentos de la Real Academia Española, el Gobierno del talante y el buen rollito, impasible el ademán, se ha pasado por el forro de los huevos y de las huevas los detallados argumentos que se le presentaron, y que podríamos resumir por quincuagésima vez diciendo que ese género, tan caro a las feministas, es un anglicismo que proviene del puritano gender con el que los gringos, tan fariseos ellos, eluden la palabra sex.

En España, donde las palabras son viejas y sabias, llamar violencia de género a la ejercida contra la mujer es una incorrección y una imbecilidad; pues en nuestra lengua, género se refiere a los conjuntos de seres, cosas o palabras con caracteres comunes –género humano, género femenino, género literario–, mientras que la condición orgánica de animales y plantas no es el género, sino el sexo.

Recuerden que antiguamente los capullos cursis llamaban sexo débil a las mujeres, y que género débil no se ha dicho en la puta vida.

Todo eso, pero con palabras más finas y académicas, se le explicó hace meses al Gobierno en un documento respaldado por sabios rigurosos como don Francisco Rodríguez Adrados, don Manuel Seco, don Valentín García Yebra y don Gregorio Salvador, entre otros. Ahí se sugerían alternativas –la RAE nunca impone, sólo aconseja–, recomendando el uso de la expresión violencia doméstica, por ejemplo, que es más recta y adecuada.

Al Gobierno le pareció de perlas, prometió tenerlo en cuenta, y hasta filtró el informe –que era reservado– a la prensa. De modo que todo cristo empezó a decir violencia doméstica. Por una vez, se congratuló la Docta Casa, los políticos atienden. Hay justos en Gomorra. Etcétera.

Pero, como decía La Codorniz, tiemble después de haber reído. Ha bastado que algunas feministas fueran a la Moncloa a decir que la Real Academia no tiene ni idea del uso correcto de las palabras, y a exigir que se ignore la opinión de unos tiñalpas sin otra autoridad que ser lingüistas, filólogos o lexicógrafos, para que el Gobierno se baje los calzones, rectifique, deje de decir violencia doméstica, y la expresión violencia de género figure en todo lo alto de la nueva ley, como un par de banderillas negras en el lomo de una lengua maltratada por quienes más deberían respetarla.

Aunque tal vez lo que ocurre sea, como asegura la franciscana peña que nos rige, que el mundo se arregla, además de con diálogo entre Occidente y el Islam –Occidente sentado en una silla y el Islam en otra, supongo–, con igualdad de géneros y géneras. El otro día ya oí hablar de la España que nos legaron nuestros padres y madres. Tela. Como ven, esto promete.

En cualquier caso, el nombre de la nueva ley es un desaire y un insulto a la Real Academia y a la lengua española; y ocurre mientras el español –aquí llamado castellano, para no crispar– se afianza y se reclama en todas partes, cuando en Brasil lo estudian millones de personas y es obligatorio en la escuela, y cuando se estima que en las universidades de Estados Unidos será lengua mayoritaria, sobre el inglés, hacia 2020. Y oigan.

Yo no soy filólogo; sólo un académico de infantería que hace lo que puede, y cada jueves habla a sus mayores de usted. Esos doctos señores no van a quejarse, porque son unos caballeros y hay asuntos más importantes, entre ellos seguir haciendo posible el milagro de que veintidós academias asociadas, representando a cuatrocientos millones de hispanohablantes, mantengan la unidad y la fascinante diversidad de la lengua más hermosa del mundo –Quevedo, Góngora, Sor Juana y los otros, ya saben: esos plumíferos opresores y franquistas–, y que un estudiante de Gerona, un médico de Bogotá y un arquitecto de Chicago utilicen el mismo diccionario que, se supone, utilizan en La Moncloa. Pero yo no soy un caballero.

Me educaron para serlo, pero no ejerzo. Así que me tomo la libertad de decir, amparado en el magisterio de esa Real Academia que el Gobierno de España acaba de pasarse por la entrepierna, que llamar violencia de género a la violencia doméstica es una tontería y una estupidez. Y que la palabra que corresponde a quien hace eso –página 1.421 del DRAE: persona tonta o estúpida– es, literalmente, soplapollas. Eso sí: el año que viene, a la hora de hacerse fotos en el cuarto centenario del Quijote, se les llenará a todos la boca de Cervantes. Ahí los espero.

Arturo Pérez-Reverte, 2004-10-25

Gestos sin valor

La Nación: Hace años que los países ricos vienen prometiendo más ayuda, pero siguen sin cumplir sus promesas. Treinta y cinco años atrás, prometieron donar a las naciones pobres el 0,7 por ciento de su PBI para ayudar a su desarrollo. En vez de eso, dan el 0,25 por ciento, o sea 120.000 millones de dólares anuales menos. La mitad de este déficit corresponde a Estados Unidos. Si cumpliera su promesa de aportar el 0,7 por ciento de su PBI, estaría donando 75.000 millones de dólares anuales, en vez de unos 15.000 millones.

Estados Unidos podría afrontar un mayor aporte sin dificultad alguna. El gobierno de Bush entregó 250.000 millones de dólares anuales a los norteamericanos más ricos, al rebajarles los impuestos, e incrementó los gastos militares en 150.000 millones de dólares anuales. Luego, les dijo a los pueblos más indigentes del mundo que no disponía de fondos para cumplir la promesa dada por su país.

Nada de esto tiene sentido desde el punto de vista de la seguridad mundial. Ni siquiera lo tiene para los intereses financieros de los países donantes. Los fracasos en el desarrollo económico de las naciones andinas, africanas y de Asia central contribuyen a la inestabilidad global, las insurrecciones locales, la violencia, el narcotráfico y la creación de bases terroristas. Los métodos militares por sí solos no darán resultado, por cuanto la raíz del problema es la vulnerabilidad de la gente pobre y hambrienta frente a los profetas del odio.

Si los donantes persisten en prestar una ayuda minúscula, insuficiente para resolver los problemas de las naciones más pobres, éstas nunca saldrán de su miseria. Si en los próximos años los países ricos financiaran muchas más inversiones, darían a los Estados pobres la oportunidad de crecer económicamente. Eso entrañaría la promesa de un cese eventual de la ayuda.

Jeffrey D. Sachs, 2004-10-06
(Traducción de Zoraida J. Valcárcel)

Leyes naturales

Libertad Digital: Los liberales y libertarios, especialmente aquellos que admiran la obra del famoso economista F. A. Hayek, insisten que la sociedad libre requiere el Estado de Derecho. Otros, críticos de esa tradición política, responden que las leyes guían a casi todas las sociedades, inclusive a dictaduras, razón por la cual la ley no tiene relación alguna con la libertad.

La íntima relación entre las sociedades libres y el Estado de Derecho es que sólo las leyes que pueden ser aplicadas universalmente y uniformemente en la sociedad son aquellas pocas cuyo objetivo es mantenernos libres. Las otras, aunque también llamadas leyes, son en realidad decretos y edictos de los gobernantes, no leyes legítimas, que son aplicadas selectivamente y no de igual manera a todos nosotros.

Esto se fundamenta, en parte, en la teoría de la ley natural y el papel de las leyes en el mundo natural. Las leyes del movimiento se aplican a todo lo que se mueve; las leyes de la fotosíntesis se aplican a todo lo que es sometido a ese proceso orgánico y químico, etc.

La diferencia es que las leyes naturales aplicadas a los seres humanos no se aplican automáticamente sino que sirven de guías en la selección de acciones e instituciones exitosas. Esto se debe a que los humanos disfrutamos de libre albedrío y podemos tratar de evitar leyes que debiéramos respetar para vivir mejor y correctamente como seres humanos. Pero estas siguen siendo leyes, sólo que son leyes morales, éticas o políticas y no biológicas ni químicas ni físicas.

Además de ese aspecto de las leyes que guían la conducta humana y regulan la acción voluntaria, esas leyes tienen que aplicarse universalmente y no sólo a algunos, según las peculiaridades o preferencias de los gobernantes o de aquellos que vivirán bajo tales leyes.

Pero en realidad, hay pocas leyes que se aplican a todos nosotros y esas son principalmente las que se ocupan de proteger nuestros derechos básicos. El estado de derecho entonces existe donde esas leyes se hacen cumplir, es decir, donde el gobierno se limita a sustentarlas. Esa es la conexión del estado de derecho y la sociedad libre.

Por ejemplo, nadie debe asesinar, robar, secuestrar o asaltar a otra persona. Esos son principios universales de la conducta humana. Usando la terminología de Kant, son categóricamente verdaderas guiando la interacción humana, todo el tiempo y en cualquier sitio. Sin embargo, que los cinturones de seguridad en los automóviles deban ser siempre utilizados no es una verdad universal. O que 30 por ciento de nuestros ingresos deban ir a manos de las autoridades tampoco es un concepto universal ni verdadero.

Entonces, cuando tales decretos y edictos son promulgados y añadidos a las leyes no forman parte de las leyes genuinas y legítimas. Son leyes falsas y serán ampliamente resistidas por aquellos que así lo ven y consideran que no se aplica a ellos. Tales edictos violan el principio del estado de derecho.

El resultado de la proliferación de pseudo leyes es que las leyes genuinas que realmente deben respetarse por todos tienden a perder credibilidad ante una inflación de leyes. Cuando el orden legal le da un tratamiento similar a la prohibición de las drogas que a las violaciones y asesinatos (llamándolas a ambas "leyes") es de esperarse que la gente pierda el respeto a las leyes, pensando que son simples convenciones que aquellos hoy en el poder nos imponen, en lugar de algo que en realidad se debe cumplir hoy y siempre.

La gran virtud de la idea liberal o libertaria de la ley es que preserva su significado coherente y hasta reverencial del concepto de la "ley" y no lo diluye, ensuciando su reputación y socavando su obligatoriedad.

Tibor R. Machan, 2004-10

¿Ventajas de ser universitario?

InfoJobs: Un mayor salario y mayor facilidad para encontrar empleo son los dos principales beneficios de los titulados superiores sobre otros trabajadores con menor formación. El estudio Education at a glance, sin embargo, asegura que España es uno de los países desarrollados donde las ventajas salariales de los universitarios son menores.

Según el informe Education at a glance de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), presentado en septiembre, España y Dinamarca son los dos países de la OCDE en la que los universitarios obtienen menores ventajas salariales al conseguir un empleo frente a otros empleados con menor titulación. Así, el plus salarial de los licenciados daneses frente a los que han sólo han cursado secundaria es del 25% y el de los españoles del 29%. En cambio, estados como Hungría o EEUU superan de forma amplia esta proporción con un 110% y un 86%, respectivamente. En otros países de nuestro entorno, las diferencias también son palpables y mayores a las registradas en España, por ejemplo, en Alemania (46%), Francia (50%), Italia (38%), Portugal (78%) y Gran Bretaña (59%).

Aún así, los expertos de la OCDE indican que en cualquier país desarrollado estudiar una carrera se convierte en una buena inversión laboral. Es decir, los réditos obtenidos a largo plazo en concepto de salarios más elevados superan ampliamente a los gastos dedicados a cursar este tipo de estudios.

Búsqueda de empleo

Otra clara ventaja de los trabajadores licenciados frente a los que no lo están es su mayor facilidad para encontrar nuevos empleos. Se calcula que en el conjunto de la OCDE, alrededor del 89% de los varones y el 78% de las mujeres con título cuentan con un puesto de trabajo, frente a un 84% y un 63% con otros niveles de educación, respectivamente.

En España, sin embargo, la correlación no se cumple en la misma proporción. Así, el 87% de los universitarios hombres cuenta con un empleo frente a un 89% de quienes sólo tienen título de secundaria, mientras que entre las mujeres la ventaja del título superior es evidente: el 76% universitarias tiene trabajo frente al 57% de españolas con menor titulación.

Continúan las diferencias

A pesar de la alta proporción de mujeres en las universidades españolas, así como de otros países del entorno, que llegan incluso en algunas ocasiones a superar el número de hombres, el mundo laboral sigue discriminando a los trabajadores en razón de su sexo. Así, se desprende del informe, en el que se hace constar que mientras la prima salarial del hombre universitario en España es de una media de 38% superior, el de una mujer en las mismas circunstancias es del 25%.

Además, el informe destaca el hecho de que las mujeres con cualquier nivel de estudios continúan ganando menos que sus colegas hombres en todos los países de la OCDE. En concreto, las trabajadoras con estudios de educación secundaria ganan el 60% de lo que perciben sus compañeros hombres, mientras que las universitarias ingresan el equivalente al 65%.

Eva García Soriano, 2004-10

Alterglobalización

El País Domingo: En febrero, Zapatero declaró: "Quiero ser el presidente de Gobierno que saque a España del trío de las Azores y la integre en el quinteto de la Alianza contra el Hambre... El hambre es la másmortífera arma de destrucción masiva, y acabar con ella no es una utopía". Medio año después, ZP lo hizo realidad. La estancia del presidente español en la asamblea de la ONU ha dado visibilidad a sus opiniones. En 48 horas se unió al grupo director de la Alianza contra el Hambre, y leyó un discurso que rompió con la política exterior del PP.

Los neocons españoles no lo han podido soportar. Han acusado a ZP de "buenismo" y de parecer "el presidente de una ONG". Quizá porque no han leído los papeles que llevó a Nueva York. Pero las expresiones de ZP no son sólo buenismo, sino una visión política alternativa a la vigente hasta ahora. El terrorismo global tiene una causa directa, el fanatismo de quien lo ejerce, pero también un caldo de cultivo que lo explica: las desigualdades exponenciales, la pobreza extrema, la humillación política y la percepción distorsionada en parte, pero en parte también certera, que el débil tiene del fuerte. Combatir estas causas subyacentes reducirá el problema.

Durante mucho tiempo, los neocons han confundido estas causas objetivas con justificaciones bienintencionadas de la violencia estructural. Tesis como las de Kofi Annan, secretario general de la ONU, o como las de ZP ayudan a romper ese mecanicismo que se ha querido imponer como pensamiento único.

Además de las cifras aportadas anualmente por los organismos multilaterales (PNUD, Banco Mundial...), muchos autores se han dedicado al análisis de la desigualdad. El historiador Agnus Madison recuerda que los 1.000 millones de personas con rentas más altas ganan casi el 60% de los ingresos mundiales; los 1.500 millones de rentas medias, el 20%, y los 3.500 millones de rentas bajas, el resto. El Nobel Joseph Stiglitz -que el pasado jueves se reunió en La Moncloa con ZP, que le ha leído durante el verano- sostiene que la última década ha mostrado una creciente concentración de la renta y la riqueza entre la población, las empresas y los países: en 1990 había 2.718 millones que vivían con menos de dos dólares al día, y diez años después esa cifra se había elevado en más de 100 millones, el 45% de la población mundial.

Lo más significativo de la Alianza contra el Hambre es que no se ha centrado en soluciones unilaterales, sino en un cóctel de medidas de distinta naturaleza: el incremento de la ayuda oficial al desarrollo para alcanzar el 0,7% del PIB de cada país donante; el alivio de la deuda externa de los países más pobres mediante condonaciones o cambios de deuda por inversiones en educación; la sustitución de una política agraria proteccionista (fundamentalmente en EE UU y Europa) por un comercio más equilibrado, en el seno de la OMC. Y nuevas fórmulas de financiación al desarrollo, entre las cuales las más imaginativas han sido una tasa a las transacciones del capital volátil (tasa Tobin), un impuesto al comercio de armas, la aceleración y el abaratamiento de las remesas que los inmigrantes envían a sus países de origen, o la donación de un porcentaje de cada operación que se haga con una tarjeta de crédito. En algunos casos, ello supone una victoria moral de los alterglobalización, que lo han defendido en solitario.

Mientras esperamos a saber cómo se concretan las promesas de ZP en los Presupuestos del Estado, hagamos un poco de demagogia constructiva: se necesitan 50.000 millones de dólares anuales para erradicar el hambre, permitir el acceso al agua potable para todos los seres, darles un techo y luchar contra las grandes epidemias; la comunidad internacional gasta 10 veces esa cantidad en publicidad. Harían falta 13.000 millones de dólares anuales para cubrir las demandas nutricionales y sanitarias básicas; cada año, Europa y EE UU gastan 17.000 millones en la alimentación de mascotas domésticas.

Joaquín Estefanía, 2004-09-26

Laicismo de la política

El País: El debate sobre la relación entre el laicismo y la sociedad democrática actual (en España y en Europa) viene ya siendo vivo en los últimos tiempos y probablemente cobrará nuevo vigor en los que se avecinan: dentro de nuestro país, por las decisiones políticas en varios campos de litigio que previsiblemente adoptará el próximo Gobierno; y en toda Europa, a causa de los acuerdos que exige la futura Constitución europea y por la amenaza de un terrorismo vinculado ideológicamente a determinada confesión religiosa. En cuestiones como ésta, en que la ceguera pasional lleva a muchos a tomar por enemistad diabólica con Dios el veto a ciertos sacristanes y demasiados inquisidores, conviene intentar clarificar los argumentos para dar precisión a lo que se plantea. A ello y nada más quisieran contribuir las cinco tesis siguientes, que no pretenden inaugurar mediterráneos, sino sólo ayudar a no meternos en los peores charcos.

1) Durante siglos, ha sido la tradición religiosa -institucionalizada en la iglesia oficial- la encargada de vertebrar moralmente las sociedades. Pero las democracias modernas basan sus acuerdos axiológicos en leyes y discursos legitimadores no directamente confesionales, es decir, discutibles y revocables, de aceptación en último caso voluntaria y humanamente acordada. Este marco institucional secular no excluye nimucho menos persigue las creencias religiosas: al contrario, las protege a las unas frente a las otras. Porque la mayoría de las persecuciones religiosas han sucedido históricamente a causa de la enemistad intolerante de unas religiones contra las demás o contra los herejes. En la sociedad laica, cada iglesia debe tratar a las demás como ella misma quiere ser tratada... y no como piensa que las otras se merecen. Convertidos los dogmas en creencias particulares de los ciudadanos, pierden su obligatoriedad general pero ganan en cambio las garantías protectoras que brinda la Constitución democrática, igual para todos.

2) En la sociedad laica tienen acogida las creencias religiosas en cuanto derecho de quienes las asumen, pero no como deber que pueda imponerse a nadie. De modo que es necesaria una disposición secularizada y tolerante de la religión, incompatible con la visión integrista que tiende a convertir los dogmas propios en obligaciones sociales para otros o para todos. Lo mismo resulta válido para las demás formas de cultura comunitaria, aunque no sean estrictamente religiosas, tal como dice Tzvetan Todorov: "Pertenecer a una comunidad es, ciertamente, un derecho del individuo pero en modo alguno un deber; las comunidades son bienvenidas en el seno de la democracia, pero sólo a condición de que no engendren desigualdades e intolerancia" (Memoria del mal).

3) Las religiones pueden decretar para orientar a sus creyentes qué conductas son pecado, pero no están facultadas para establecer qué debe o no ser considerado legalmente delito.Ya la inversa: una conducta tipificada como delito por las leyes vigentes en la sociedad laica no puede ser justificada, ensalzada o promovida por argumentos religiosos de ningún tipo ni es atenuante para el delincuente la fe (buena o mala) que declara. De modo que si alguien apalea a su mujer para que le obedezca o apedrea al sodomita (lo mismo que si recomienda públicamente hacer tales cosas), da igual que los textos sagrados que invoca a fin de legitimar su conducta sean auténticos o apócrifos, estén bien omal interpretados, etcétera...: en cualquier caso debe ser penalmente castigado. La legalidad establecida en la sociedad laica marca los límites socialmente aceptables dentro de los que debemos movernos todos los ciudadanos, sean cuales fueren nuestras creencias o nuestras incredulidades. Son las religiones quienes tienen que acomodarse a las leyes, nunca al revés.

4) En la escuela pública sólo puede resultar aceptable como enseñanza lo verificable (es decir, aquello que recibe el apoyo de la realidad científicamente contrastada en el momento actual) y lo civilmente establecido como válido para todos (los derechos fundamentales de la persona constitucionalmente protegidos), no lo inverificable que aceptan como auténtico ciertas almas piadosas o las obligaciones morales fundadas en algún credo particular. La formación catequística de los ciudadanos no tiene por qué ser obligación de ningún Estado laico, aunque naturalmente debe respetarse el derecho de cada confesión a predicar y enseñar su doctrina a quienes lo deseen. Eso sí, fuera del horario escolar.De lo contrario, debería atenderse también la petición que hace unos meses formularon medio en broma medio en serio un grupo de agnósticos: a saber, que en cada misa dominical se reservasen diez minutos para que un científico explicara a los fieles la teoría de la evolución, el Big Bang o la historia de la Inquisición, por poner algunos ejemplos.

5) Se ha discutido mucho la oportunidad de incluir alguna mención en el preámbulo de la venidera Constitución de Europa a las raíces cristianas de nuestra cultura. Dejando de lado la evidente cuestión de que ello podría entonces implicar la inclusión explícita de otras muchas raíces e influencias más o menos determinantes, dicha referencia plantearía interesantes paradojas. Porque la originalidad del cristianismo ha sido precisamente dar paso al vaciamiento secular de lo sagrado (el cristianismo como la religión para salir de las religiones, según ha explicado Marcel Gauchet), separando a Dios del César y a la fe de la legitimación estatal, es decir, ofreciendo cauce precisamente a la sociedad laica en la que hoy podemos ya vivir. De modo que si han de celebrarse las raíces cristianas de la Europa actual, deberíamos rendir homenaje a los antiguos cristianos que repudiaron los ídolos del Imperio y también a los agnósticos e incrédulos posteriores que combatieron al cristianismo convertido en nueva idolatría estatal. Quizá el asunto sea demasiado complicado para un simple preámbulo constitucional... Coda y final: el combate por la sociedad laica no pretende sólo erradicar los pujos teocráticos de algunas confesiones religiosas, sino también los sectarismos identitarios de etnicismos, nacionalismos y cualquier otro que pretenda someter los derechos de la ciudadanía abstracta e igualitaria a un determinismo segregacionista. No es casualidad que en nuestras sociedades europeas deficientemente laicas (donde hay países que exigen determinada fe religiosa a sus reyes o privilegian los derechos de una iglesia frente a las demás) tenga Francia el Estado más consecuentemente laico y también el más unitario, tanto en su concepción de los servicios públicos como en la administración territorial. Por lo demás, la mejor conclusión teológica o ateológica que puede orientarnos sobre estos temas se la debo a Gonzalo Suárez: "Dios no existe, pero nos sueña. El Diablo tampoco existe, pero lo soñamos nosotros" (Acción-Ficción).

Fernando Savater, 2004-04-03

Visiones de la historia

Libertad Digital: Reconozco que con ser grotesco lo de la posibilidad de volver a Irak por mandato de la ONU, que ya se ha producido dos veces y que el propio Gobierno de ZP ha suscrito, lo más lamentable de las iniciativas de Bono en el ámbito político-militar es el numerito de echar a los norteamericanos del desfile de la Fiesta Nacional y homenajear a los franceses ¡por la participación española en la liberación de París! Si no fuera por los norteamericanos, Francia seguiría siendo un protectorado nazi, como con Pétain, o una granja soviética. Hasta que los americanos no les liquidaron a los alemanes y a los colaboracionistas, que fueron casi todos, no apareció la famosa "Resistencia" y aún así, echaron por delante en París a los españoles, como carne de cañón para los francotiradores. Los españoles del Ejército Rojo que no habían muerto en los campos de concentración de Argelés o tratado a puntapiés los senegaleses. Total, que Madrid, gracias a ZP, Bono y demás cuadrilla, cada día se parece más al París de Chirac. En nuestro caso, con un toque de faltonismo caribeño que Bono ha debido de aprender en Venezuela, con el Gorila Rojo, o sea, Hugo Chávez. Por sus alianzas los conoceréis. Y por sus pifias-sonda, naturalmente.

F. Jiménez Losantos, 2004-10-06

Debate territorial

El País Domingo: A lo mejor es que va a ser siempre así; que lo sucedido durante el mes de agosto con la célebre "cuestión territorial" es lo que va a seguir ocurriendo en el futuro: unos dicen unas cosas, otros las corrigen, aquél las matiza, el otro añade, el de más allá resta. Parece que el resultado se llama hablar, debatir, desatar las lenguas. Así han surgido, sin un aparente plan preestablecido, cuestiones como el derecho de veto de ciertas, tal vez de todas las comunidades autónomas en el previsto Senado; el uso de las diversas lenguas en las dos Cámaras, o sólo en el Senado, o quizá en unas comisiones, o tal vez al principio en unas comisiones y luego, ya se verá, en los plenos; la institucionalización, o mejor sólo la puesta en marcha, a ver qué pasa, de la Conferencia de Presidentes, que puede ser de naturaleza horizontal o posiblemente horizontal y vertical, o unas veces horizontal y otras vertical, significando con una u otra denominación que asista o no el presidente del Gobierno; en fin, aunque no lo menos importante: la nueva denominación de unas comunidades -tres quizá, o cuatro, y hasta cinco- como nacionales, o simplemente naciones, dejando a las demás que se avíen como puedan. La verdad, no estábamos acostumbrados a debates tan plurales y enriquecedores. O mejor, el acento en la disciplina de los partidos y en el carisma presidencial en tiempos de Felipe González, como en los de José María Aznar, nos había malacostumbrado: antes de iniciar el debate ya se sabía cuál iba a ser el resultado, lo que dijera el presidente, y punto, como en Galicia. Pero ahora, con un presidente que -según fuentes dignas de crédito- no quiere entrar en los debates como elefante en cacharrería, cada cual se siente, por vez primera desde los tiempos de Adolfo Suárez, completamente libre de decir lo que bien le parezca, incluso aunque lo que le parezca entrañe algún disparate. Por ejemplo, se ha oído decir al presidente de la Generalitat, y por dos veces, que Galicia "obtuvo su estatuto en 1939", y que los aragoneses y valencianos bien pueden aspirar a ser nacionalidad porque formaron parte del territorio de la Corona de Aragón, y que Andalucía tal vez lo consiga, ser nacionalidad, si tiene apetencia -apetencia - de ello. O sea, que para ser nación basta con haber formado parte de la Corona de Aragón o, en su defecto, despertar el apetito. ¿Puede de un debate concebido en estos términos salir algo, lo que sea, pero algo? La respuesta, aunque mentira parezca, es que sí, que puede. Por supuesto, habrá, como promete Maragall, una gran confusión sobre todas esas materias. Es inevitable. Pero luego, cuando todos acabemos de estar confusos, las cosas se irán ordenando. Pasa así también en la naturaleza: del caos primordial surgió el orden que durante miles de años ha hecho creer a la humanidad que una inteligencia superior, infinita, velaba por el curso normal de los astros y las estrellas. Un tiempo de relajación de la disciplina y difuminación del carisma era preciso para que cada cual volviera a pensar, y sobre todo hablar, por sí mismo. No se podrá decir que no estamos aprovechando la circunstancia a fondo, todos tranquilos por lo demás, porque el presidente no pierde ni va a perder nunca la calma, aunque lluevan chuzos.

Santos Juliá, 2004-09-05

Reseña (moral liberal)

El País Negocios:

El capitalismo, ¿es moral?
André Comte-Sponville
Editorial Paidós Contextos
ISBN 84-493-1605-7


Una pregunta tan llamativa como la del título tenía muchas probabilidades de ser una cuestión inapropiada; y efectivamente lo es. El capitalismo no puede ser moral o inmoral porque, como bien aclara el propio Comte-Sponville, pertenece a un orden social técnico-científico que no puede ser juzgado con criterios de moralidad. Pero, con independencia de que el título sea pertinente, las reflexiones del filósofo francés constituyen un ejemplo sencillo de como pueden clarificarse términos tan confusos como, por poner un ejemplo, la mal llamada ética de empresa. Comte traza un dibujo ligero sobre la economía y el orden social que, si bien no profundiza demasiado en la naturaleza del capitalismo (tampoco era su objetivo), permite ordenar las ideas sobre los ámbitos de actuación de la moral, la economía o la política. Siguiendo a Blaise Pascal, menciona un orden técnico-científico, al que pertenece la economía y otras disciplinas, como la física o las matemáticas; un orden político- jurídico, que distingue entre lo legal e ilegal; y un orden moral, que discrimina entre lo que debe ser y lo que no debe ser. El autor entiende que los distintos órdenes se controlan entre sí, pero no deben mezclarse salvo riesgo de ridículo (de nuevo Pascal). Pero aunque el juicio moral sobre el modelo económico sea imposible, el hecho de que se acote el ámbito del capitalismo con otros órdenes ?vale decir poderes? de igual importancia excluye de entrada la aceptación del neoliberalismo como una concepción económica válida para sociedades complejas. La separación entre moral y economía convierte en ridículas expresiones como "moral de empresa" o "ética de los negocios". En términos estrictamente filosóficos, Comte-Sponville tiene razón y bien que se prodiga para demostrarlo. Como las empresas toman sus decisiones en función del interés (para obtener beneficios), y hay que incluir forzosamente en estas decisiones la de respetar escrupulosamente los derechos de los clientes o las reglas de transparencia financiera, no cabe hablar de conducta moral, que siempre está fundada en el desinterés. Pero que el argumento sea correcto no implica que las expresiones mencionadas carezcan de significado; porque el término moral aplicado a la empresa tiene más que ver con las prácticas ?es decir, con las que en teoría impone un mercado transparente? que con los deberes. El libro tiene otras gracias, no siempre evidentes. Aunque le debe mucho a la teoría de los órdenes de Pascal ?de hecho, parece un ejercicio de interpretación del capitalismo a partir de ella?, resulta que el motivo o capricho de fondo es Baruch de Spinoza. Casi se puede seguir la pauta de los escolios spinozistas en la fórmula vagamente aforística que utiliza Comte a partir de demostraciones y definiciones. Por ejemplo, la solidaridad es "la generosidad socialmente regulada y eficaz". O una distinción moral "es la que se hace por deber"; ética "es la que se hace por amor". U otra particularmente venenosa para la el mito de la igualdad de oportunidades: "La mejor manera de morir rico en un país capitalista sigue siendo nacer rico". Sobre estas distinciones, el discursos contra los tópicos de la nueva economía se hace de forma fácil y divertida, complementada además por un epílogo en el que el autor responde las preguntas de empresarios, casi todas sobre la mentada "moral de la empresa", que Comte-Sponville desvía fácilmente hacia la "moral en la empresa", que son términos claramente distintos. Con este tipo de confusiones se articulan los errores de fondo que impiden el tratamiento correcto de los problemas. Y es que, de acuerdo la tesis del libro, resulta absurdo luchar contra la desigualdad económica utilizando las ONG; porque la desigualdad es una función del orden tecnocientífico mientras que los Restaurantes del Corazón, instrumento de caridad mencionado en el texto cuyo objetivo es mitigar lamiseria utilizando la caridad, pertenecen de lleno al orden moral.

Jesús Mota, 2004-09-19

Trabajo y familia

El País: Cuando se plantea la necesidad de conciliar el trabajo con la familia, rara vez se especifica qué modelo de conciliación, trabajo y familia se tiene en mente; si se trata de garantizar el afecto familiar para todos los trabajadores o si lo que se pretende es mantener el nivel de producción de bienes y servicios que ahora recae sobre la familia.

La conciliación se ha producido tradicionalmente en España por dos vías. La primera ha sido, al menos sobre el papel, la división del trabajo y separación de papeles entre hombres ymujeres. Los varones han asumido el trabajo remunerado de puertas afuera y las mujeres el no remunerado de puertas adentro. Su mejor expresión legal es la sociedad de gananciales, que concede igual valor al trabajo desarrollado dentro y fuera del hogar. La segunda vía de conciliación ha sido la acumulación de tareas, y sigue utilizándose por muchas mujeres que no encuentran otra solución para resolver la antítesis entre el mundo laboral y la familia. La población de las sociedades desarrolladas rechaza tanto la segregación al ámbito doméstico como la sobrecarga de la doble jornada. Por ello se están generalizando otras estrategias de ajuste: la reducción de objetivos, la delegación, la secuencialización, la derivación hacia el mercado y las instituciones, y el reparto de tareas.

La reducción de objetivos afecta tanto a la vida familiar como a la laboral. Es, por ejemplo, el adiós a la calidad culinaria y a los ascensos. La delegación consiste en interrumpir la producción de un servicio para trasladarlo a otra persona o grupo social. En España, la delegación colectiva de funciones más espectacular de los últimos años es la de reproducción, que se ha trasladado en buena parte a los países en vías de desarrollo. Los trabajadores no se producen, sino que se importan cuando ya han alcanzado la edad de incorporarse al mercado laboral, o se producen localmente por las mujeres inmigrantes. La secuencialización consiste en alternar la producción para la familia y para el mercado, de modo que no coincidan en el tiempo. Éste es el tipo de conciliación que buscan las excedencias y permisos parentales. A corto plazo son eficaces, pero resultan poco atractivas para los empleadores, desempleados o trabajadores precarios y para los que tienen aspiraciones profesionales elevadas, porque dañan sus expectativas a medio plazo.

La derivación hacia el mercado sigue en auge: guarderías, transporte escolar, residencias para familiares ancianos, empleados de hogar, uso intensivo de servicios de alimentación, limpieza y gestión. Pero sólo está al alcance de las familias con suficiente poder adquisitivo. En cuanto a la derivación hacia las instituciones no mercantiles, sólo es posible en la medida en que existan servicios públicos y voluntariado; pero las familias no pueden decidir unilateralmente las prioridades presupuestarias de los gobiernos ni el alcance de los servicios garantizados. Por mucho que mejore la eficiencia en la Administración de los recursos públicos, en la práctica en España ya se ha tocado techo respecto a los servicios que pueden ofrecerse a la población sin modificar al alza el nivel de tributos.

Finalmente, queda como vía de conciliación el reparto de tareas, reparto que habría de producirse no sólo entre hombres y mujeres, sino intergeneracionalmente. Por ahora, el reparto de las tareas que tradicionalmente se hacían en el hogar ha variado muy poco. Según la encuesta de uso del tiempo realizada en el CSIC en 2003, las mujeres siguen haciendo el 78% del trabajo no remunerado. La gestación de nuevas vidas y el cuidado de los niños ya no consumen tantas horas como antes en los hogares españoles, pero en cambio aumenta imparablemente el número de horas dedicadas a la población discapacitada por razones de edad. Para el año 2050, los mayores de ochenta años se habrán triplicado y ni el modelo actual de familia ni el actual sistema de pensiones, organización sanitaria y servicios sociales están preparados para hacer frente a este colosal desafío.

María-Ángeles Durán, 2004-09-05

¿Definición de familia?

La Voz de Galicia: Con los argumentos de Zapatero en la mano, es evidente que los polígamos están discriminados. Y no sólo los que quieren casarse con varias mujeres, sino también las poliándricas, que quieren varios maridos, y todas las coyundas de varios gais o lesbianas, o varios hombres con varias mujeres, que quieren realizar una comunidad de amor, adoptar niños, y darles más afecto del que podemos ofrecer los carcas.

De acuerdo con la visión moral y antropológica del Gobierno, la institución del matrimonio carece de dimensión social y de fines específicos (procreación y educación sexuada), y todo se reduce a un acuerdo entre personas para el ejercicio de una opción sexual indeterminada. Por eso no veo ni un solo argumento capaz de frenar la demanda de un matrimonio plural, al que sólo podrían oponerse los obispos, los que no tienen pedigrí laico, y los que creen que, a la hora de definir uniones aberrantes, importa más el número que el sexo.

En España hay millones de personas que estarían dispuestas a formar matrimonios grupales si no se lo impidiese la ley. El artículo 32 de la Constitución lleva tan implícita la poligamia como las uniones homosexuales. Y nadie podrá negar que, desde el punto de vista del orden y la economía familiar, tendríamos enormes ventajas. Los niños nunca quedarían solos a causa del ocio o del trabajo de los padres, porque siempre habría otros padres y madres para cuidarlos. El afecto sería mayor, al evitarse la violencia y las agresiones que produce la caduca y sospechosa pareja bisexual. En caso de divorcio de uno o dos cónyuges los niños ni se enterarían. Y el problema de la vivienda mejoraría notablemente.

En el supuesto de que un hombre se casase con mujeres de distinta raza (blancas, negras, amarillas, cobrizas y aceitunadas) los niños aprenderían el valor de la multiculturalidad en el seno de la familia, y todos estarían capacitados para hablar varias lenguas y practicar varias religiones a la vez. Y todo en una comunidad de amor que, ajena a todo prejuicio numérico o sexual, podría engendrar hijos variopintos o adoptar a destajo.

Y como para muestra basta un botón, responda usted a una simple pregunta. Entre dos legalidades posibles, ¿qué situación prefiere: que un heredero de la Corona se case con un presentador del telediario, cosa que la ley Zapatero hace perfectamente posible, o que forme una familia plural con tres chicas a las que en esta ficción llamaremos Isabel, Eva y Letizia? La preferencia de los españoles por la segunda respuesta es abrumadora, aunque la discriminatoria ley aprobada por ZP la hace irrealizable. Porque, cuando la moral y el progreso se confunden, se entra en un camino sin retorno.

X.L. Barreiro, 2004-10-04

Gobernantes

Gobernantes El País

Defensa sostenible del Fòrum

Defensa sostenible del Fòrum Lateral: A pesar de los ímprobos esfuerzos de los organizadores y el respaldo casi unánime de los mass media de Cataluña, al Fòrum de Barcelona le salieron enterradores por doquier, incluso antes de que se inaugurara. ¿Cómo se atreven a juzgar por adelantado? Es como dejar de leer un libro por el mero hecho de que sea horrendamente aburrido. Y éste ni siquiera ha sido aburrido. Al contrario, yo he visto a mucha gente divirtiéndose a su costa, y me imagino que en el lado opuesto también se han divertido de lo más lindo. 327 millones de euros de presupuesto de partida -o de partido- da para pasarlo en grande.

A lo mejor estoy apresurándome, y muchos de nuestros lectores (incluidos los catalanes) ni siquiera saben aún lo que es este magno acontecimiento cultural que, según su lema, "moverá el mundo". Reconozco que no es fácil saber a ciencia cierta lo que es el Fòrum de Barcelona 2004 (¡oh, esas odiosas sonrisas socarronas cada vez que se pronuncia su nombre!), pero reconozcan ustedes también que ninguno de los acontecimientos que movieron el mundo fueron reconocidos a su debido tiempo: ni el sistema decimal impositivo de Moisés, ni las parábolas amorosas de Jesús, ni las ficciones sociales de Karl Marx. En este sentido, pues, el Fòrum tiene las mejores cartas para pasar a la Historia.

Su significado oculto, el enigma de su existencia, recuerda a las teologías de máxima trascendencia y mayor difusión. Como a los demiurgos más temidos, sólo es posible definirlo de manera negativa. Cuando se barajó la posibilidad de que se tratara de una Exposición Universal, los Organiza-dores rechazaron la insinuación. Tampoco resultó ser una olimpiada cultural, un megafestival de verano, ni un parque temático de la paz, la sostenibilidad y la tolerancia, esa Santísima Trinidad de la posmodernidad, que constituye el eje espiritual del evento. Tampoco crean ustedes que están ante una fiesta popular; para ello, tendría que haber sido eso, una fiesta, y encima popular.

Al final, los Organizadores decidieron cortar por lo sano con el cachondeo de ponerle etiqueta a lo Innombrable, y acallaron a los insistentes con un rotundo "el Fòrum será algo nunca visto". Hay que ser un amargado para no ver en esta fórmula magistral un mensaje positivo y honesto. Resulta mucho más realista cumplir con lo inimaginable que con las cosas de siempre que la gente espera de los políticos. ¡Y vaya si han cumplido!

Para empezar, durante estos meses de Paz, Tolerancia y Sostenibilidad, los barceloneses hemos tenido a nuestra disposición un sinfín de seminarios, congresos, jornadas, mesas redondas y conferencias sobre las cuestiones más candentes de la Humanidad. Lástima que estos diálogos han logrado despertar interés sólo cuando el dialogante fue una estrella de la Buena Conciencia, como es el caso de nuestro canario honorario José Saramago. Por otra parte, se ofrecía una amplio abanico de diversiones populares, con preferencia por las manifestaciones multiculturales y/o/e/u de cierta carga simbólica en este sentido.

Me refiero a espectáculos como la Sardana gigante (un género arriesgado hasta en su versión más minimalista), dibujando el logotipo del Fòrum, o al desfile de samba en el que nuestro comprometido alcalde -a pesar de su manifiesta incapacidad para el ritmo- eclipsó con su baile a un famosísimo cantante brasileño. Podría nombrar también la banda palestino-isrealí que hizo una viva demostración de que sí es posible la paz en Tierra Santa, siempre y cuando estemos dispuestos a pagar por ella un altísimo precio musical.

Para aprovechar sinergias y multiplicar el efecto dinamizador -dos conceptos de candente actualidad-, el Fòrum ha colonizado la ciudad, incluyendo en su programación el habitual menú cultural de Barcelona. Y con ello, se han conseguido matar dos pájaros de un tiro: hinchar la problemática oferta del Fòrum, y convertir Barcelona en una especie de zoo de la corrección política en el que cada uno de sus habitantes cumplíamos el papel del figurín voluntario, eso que tanto le ha faltado al evento.

Sin embargo, precisamente en este punto creo que se han quedado un poco cortos los Organizadores. ¿Por qué sólo Barcelona? ¿Por qué acotar el terreno a una sola ciudad, tratándose de un proyecto tan ambicioso, tan universal? ¿Por qué no invertir el proceso de globalización? ¿Por qué no atreverse, e ir más allá? ¿Por qué no extender el radio de actuación a todo el planeta? Piensen en las enormes ventajas de esta opción: hasta las guerras se librarían como life shows para ilustrar los diálogos de Barcelona. Además del impacto universal, el ahorro sería considerable. Como todo el globo sería escenario del Fòrum, nadie ni nada tendría que moverse ni cobrar su caché.

Pero seamos realistas y resignémosnos a lo imposible. Se ha hecho lo que se ha podido, lo cual no es poco, incluso, a veces, parecía demasiado. Piensen ustedes en iniciativas tan ocurrentes como la de aportar sangre joven y parlanchina a conciertos de música clásica carentes de público. Recuerden cómo nuestras plazas públicas se han llenado de músicos ambulantes, pero no mendigantes, para hacernos la vida más sostenible, a costa del pobre Fòrum. Inspírense en el rincón de la protesta social donde se podía uno ensañar con una cacerola colgante.

Hasta improvisar se ha sabido con soltura y eficacia. Cuando la filtración de los guerreros chinos, ¡apa!, los albañiles; cuando subió la temperatura, pusieron una playa muy mona, con escaleras y todo, donde uno podía darse un solidario chapuzón; cuando resultó evidente que faltaba público, pusieron una discoteca; y cuando la peste a causa de la depuradora sobre la que se asienta la plaza del Fòrum, ipso facto, cerraron el chisme y -debajo de los diálogos sobre un mundo mejor- el detitrus iba directo al mar. Al menos, según las malas lenguas, que nunca faltan.

Yo no entiendo por qué ese resentimiento contra tantas buenas intenciones. Pero ¿qué quieren? ¿Hubieran preferido que nuestro dinero de contribuyente se gastase en guerras e intolerancia? Además, tampoco es cierto que a nadie le agrade el Fòrum. A los niños les encantaba. Casi tanto como Disneyland. Tengo, además, una amiga editora que defiende el Fòrum a ultranza porque le ha dado trabajo a todos sus amigos payasos y saltimbanquis. Al parecer tiene un montón. También Josep, mi peluquero, afirma tener un cliente al que le gusta, pero dice que no vale porque se trata de un estudiante universitario, cuya participación en los debates se amortiza con créditos de libre elección.

Josep, catalán de tierra adentro, es así: incapaz de entusiasmarse. Se queja de que le traigan al Fòrum pobres desde el extranjero, cuando justo al lado tenemos La Mina, el barrio más degradado de Barcelona. No es cierto, Josep. Los diálogos han acogido hasta auténticos presos catalanes -aunque se escaparan, ¿qué le vamos a hacer?-. Pero Josep es terco, y para opinar sobre los resultados quiere ver una hoja de Excel a la entrada de cada evento con el precio que nos ha costado. Es de aquellos suspicaces que preferirían que los presupuestos del Fòrum se hiciesen públicos y comprobables, ítem por ítem.

No te preocupes por presupuestos, Josep, nuestro dinero está tan bien invertido como gastado. Hoy, 20 de septiembre, me disponía a regresar al despacho para terminar esta nota, cuando he escuchado por la radio que el balance financiero casi definitivo del Fòrum es muy satisfactorio. Es una pena que pocos le vayan a dar crédito a estas esperanzadoras cifras. Sin embargo, el director encargado de divulgar la buena nueva no ha dejado lugar a la duda: no habrá déficit, pero -seamos realistas- tampoco superávit. Y para mayor claridad añadía: "En el sentido empresarial estamos a cero". ¡No sea tan modesto, señor Oliveres! Muchos pensamos que lo están también en todos los demás sentidos.

Mihály Dés, 2004-10

Ceremonias preelectorales

La Voz de Galicia: Todavía hay gente que piensa que la política es como la liga de fútbol, que una vez concluida, y después de cambiar tres equipos, pone sus cuentas a cero y empieza otra vez como si nada hubiese pasado. Por eso se oyen muchas voces que piden que todas las campañas se hagan con un ceremonial completo, con debates que enfrenten a los candidatos, con una renovación de promesas que se remonte al bautismo, y con explicaciones del programa que no den por supuesto nada de cuanto los ciudadanos ya saben y valoran con prudente escepticismo.

Pero, lejos de esa visión fragmentaria, la política es un hecho continuo e indivisible, en el que se acumulan experiencias pasadas, en el que hay muchos problemas de larguísima duración -el terrorismo, el paro, la Justicia, la vivienda, las infraestructuras... ¡siempre lo mismo!-, y en el que compiten muchas personas que tienen un currículum de veinte o treinta años -en Galicia cincuenta- de servicios a la patria. Por eso tiene mucha lógica que, a salvo de situaciones que aconsejen otra cosa, los políticos europeos no repitan todo el ceremonial de campaña con el meticuloso guión de la política americana, que es admirable, ciertamente, pero que no constituye un paradigma exportable a toda circunstancia.

X.L. Barreiro, 2004-02-21

Parábola económica

La Voz de Galicia: Fulanito y Menganito son amigos y miembros de una peña con la que todos los viernes salen a cenar y a tomar unas copas. Para que las juergas sean asequibles a todos los bolsillos acordaron que las cuotas a pagar serían un 1% de los salarios de cada integrante de la sociedad. Fulanito maneja buena viruta y se embolsa 3000 euros al mes. Menganito tiene un currele más modesto y su sueldo es de 1000 euros mensuales. Así, el primero abona a la peña gastronómica 30 euros por noche y el segundo sólo 10.

Todo iba bien. Siempre sobraba pasta y no había que apoquinar más euros por mucho que se extendieran la noche y los cubatas. Hasta quedaba dinero para los taxis de vuelta a casa.

Sin embargo, un nuevo presidente se hizo cargo de las cuentas y prometió una bajada de las cuotas. Un 50% menos para todos, dijo, y todos le aplaudieron sin reflexionar. Fulanito estaba encantado porque las cenorras ahora sólo le costarían 15 euros. Menganito se ahorraría menos, pero sólo pagaría 5 euros y eso le gustó. Pero claro, el fondo se resintió y ya no llegaba ni para la segunda copa ni para los taxis así que, noche tras noche, cada miembro de la peña tenía que desembolsar del ala otros 15 euros a mayores para el fondo común. A Fulanito le dio igual porque seguía gastándose 30 euros, pero Menganito tuvo que dejar las juergas de los viernes porque no podía pagar los 20 euros que le correspondían.

Moraleja. Cuando le hablen de rebajas de impuestos pregúntese si usted gana 3000 ó 1000 euros al mes y haga cuentas de lo que paga a mayores al fisco por los impuestos indirectos e insolidarios del gasóleo, por ejemplo.

Esa es la trampa, amigos.

Xurxo Melchor, 2004-03-03

Democracia dependiente

Libertad Digital: ¿Qué democracia puede haber cuando las personas no tienen libertad económica y, por tanto, dependen de la burocracia estatal para poder subsistir? ¿Qué democracia hay cuando las empresas son estatales, manejadas por los políticos de turno? ¿Qué democracia puede ser real cuando los medios de comunicación están en manos del Estado o fuertemente amenazados por el poder político y económico estatal? ¿Qué democracia puede existir cuando la educación (que más se parece a un lavado de cerebro) se dirige desde un ministerio manejado por políticos hambrientos de votos y apoyo de la opinión pública?

Pero de qué voto libre hablan, si en algunos países el voto es obligatorio y los políticos pueden, de hecho, obligar a votarlos aún cuando el voto es supuestamente secreto.

De manera que lo mismo da si hubo o no fraude en el referéndum de Venezuela, definitivamente eso no es democracia real, las personas no son realmente libres y, por tanto, lejos están de poder elegir con verdadera libertad. Pero Chávez necesita, además de perpetuarse, incrementar exponencialmente su imperio populista que, a pesar de los altos precios del petróleo, ha destrozado la economía llevando la pobreza y el paro a niveles astronómicos, haciéndola, precisamente, cada vez mas dependiente de los recursos y limosnas estatales.

Alejandro A. Tagliavini, 2004-09-29

Europa ultraliberal

La Voz de Galicia: Dentro de un mes, el 1 de noviembre, entra en funciones la nueva Comisión Europea que preside el portugués José Manuel Durão Barroso. Este ex-maoísta convertido en atlantista pro-Bush (era el cuarto hombre en la reunión de las Azores que anunció la invasión de Irak) y neoliberal de choque ha escogido para los principales puestos de la Comisión a personalidades conocidas por su intransigente apego a las políticas más ultraliberales.

En un momento delicado de la construcción europea, cuando se trata de digerir la ampliación a 25 Estados y está a punto de arrancar el gran debate público para el referendo sobre el tratado constitucional, esta nueva Comisión aparece como una especie de provocación antipopular.

Barroso ha atribuido las dos principales carteras de su Gobierno -Competencia y Mercado Interior- a representantes de dos pequeños países: Neelie Kroes, de Holanda, y Charly McCreevy, de Irlanda, dos ultraliberales histéricos.

A Neelie Kroes, en los Países Bajos la llaman Nickel Neelie, en alusión a Iron Lady, la dama de hierro, apodo de Margaret Thatcher, que impuso con mano de acero una violenta purga neoliberal en la Inglaterra de los años 80. Neelie Kroes llevó a cabo en su país, sin que le temblase el pulso, la privatización de Correos que se tradujo en miles de despidos.

El irlandés Charly McCreevy es un apóstol del libre mercado a ultranza; cuando era ministro de Economía no dudaba en utilizar la disminución de impuestos a las empresas para provocar deslocalizaciones en favor de Irlanda; es un partidario firme de la flexibilidad del trabajo que, como sabemos, significa la posibilidad para los empresarios de reducir los salarios y de modificar a gusto los horarios. No hay que esperar de él la minima defensa de los derechos sociales de los trabajadores ni tampoco una eventual armonía fiscal europea.

Quien dude de este viraje ultraliberal de Europa y de sus consecuencias para los pobres ciudadanos, que lea los periódicos de los medios de negocios: The Economist y The Wall Street Journal . Hablan con júbilo de la nueva Comisión y la califican de "amiga de los empresarios". Los trabajadores sufrirán.

I. Ramonet, 2004-09-29

Descripción general de Euskal Herria

El País: A estas alturas del curso, ya tengo sobradamente aprendido que es tarea inútil responder a las reiteradas falsedades que vuelven a afirmarse impertérritas sobre la situación en el País Vasco. Argumentes lo que argumentes, rebotan de nuevo como si nada hubiera sido dicho, tras un cortés 'sí, pero...' de puro trámite. Es un eterno retorno de lo memo que hubiera desesperado a Nietzsche, a su hermana y a toda su parentela. Yo quiero ser más difícil de exasperar. Estoy angustiosamente convencido de que esa pertinacia en el fraude objetivo responde a la decisión de no ver para no padecer, no a ninguna siniestra complicidad con el terrorismo o con los proyectos totalitarios que medran a su sombra. De modo que vuelvo a insistir, contra viento y marea, contra el viento que nos marea. Pasaré revista breve a cinco de las más fatigadas falsedades, recordando los argumentos que las invalidan, y acabaré insistiendo sobre una verdad que no ha merecido suficiente atención. Como esta última la ha dicho Ibarretxe, espero ganarme cierto aprecio terminal por quienes valoran ante todo la equidistancia.

Primera falsedad: la ilegalización de Batasuna atenta contra la democracia porque deja a gran parte del electorado vasco sin representación parlamentaria. La más reciente expresión que conozco de esta mentira se la he leído nada menos que a Rigoberta Menchú, al hablar en una entrevista concedida al diario mexicano La Jornada de 'una medida que pretende dejar sin expresión política a una parte significativa de la sociedad vasca, sobre la que sus autores no están dispuestos a consentir discusión alguna'. Respecto a esta última parte, la falta de discusión, no hace falta insistir porque cualquiera sabe lo mucho que se ha escrito y hablado en nuestro país acerca del tema. Pero el asunto importante consiste en establecer cuál es el contenido 'político' de Batasuna. Si estriba en la defensa de la independencia de una nación vasca -sujeto político que incluye parte de los Estados español y francés- por vías pacíficas, quienes sostengan tal postura política no carecen de representación alternativa más o menos radical, desde el PNV o EA hasta Aralar. De hecho, hoy existe en Euskadi mayor variedad de oferta política de signo independentista que defensora del mantenimiento de los Estados constitucionalmente vigentes. Pero si la 'idea' que defiende Batasuna es apoyar, legitimar, financiar o encubrir el terrorismo, eso no tiene sitio en el juego democrático, sean cuantos fueren los que simpaticen con ella. En tal caso -y está probado que así es-, se trata de un falso partido político, semejante a los que con la coartada de 'defender la legalidad' asesinan o intimidan a los disidentes que critican los abusos del poder en países como Guatemala, situación que Rigoberta Menchú conoce bien. En democracia, el apoyo al crimen no es materia opinable. Muchos vascos tienen que vivir fuera de su tierra para no ser asesinados, como le ocurre a la señora Menchú: y no son más culpables de 'dividir' a su país de lo que ella lo es de dividir al suyo.

Segunda falsedad: los males del País Vasco vienen del enfrentamiento de dos nacionalismos contrapuestos. No es cierta tal simetría, porque los supuestos nacionalistas españoles no piden la derogación de la Constitución que ampara el pluralismo, ni consideran el euskera o la ikurriña como invasores que deben ser erradicados. No comparto el entusiasmo laudatorio por las banderas de tamaño 'X-large', por constitucionalmente respetables que sean, pero me resulta mucho más agobiante la manipulación excluyente de la bandera autonómica por parte de quienes amenazan diariamente las libertades públicas. Y a quienes se escandalicen por la alusión de Fraga al uso de la fuerza militar como garante de la unidad de España debo recordarles que desde hace más de un cuarto de siglo padecemos una violencia militar en Euskadi que pretende garantizar su 'liberación nacional': y no se trata de una hipótesis retórica, sino de una realidad cotidiana. Sin duda no puede excluirse que antes o después el nacionalismo vasco radical propicie un nacionalismo español simétrico, pero opuesto. Por eso mismo nos oponemos al primero, que es el que hay: para no darle ocasión de que acabe creando escuela.

Tercera falsedad: la involución autonómica del Gobierno de Aznar provoca la ruptura del pacto constitucional por parte del Gobierno de Ibarretxe. Pero ¿dónde está tal 'involución'? Para el nacionalismo insaciable, es involucionista toda resistencia al crecimiento abusivo y disgregador de su hegemonía. Según ellos, cualquier refuerzo institucional de la existencia de funciones que competan al Estado es poco menos que fascismo. Es 'involucionista' no cumplir de inmediato las transferencias autonómicas al modo en que las ven los nacionalistas, pero también pedirles cuentas de lo que han hecho con las que ya disfrutan desde hace tantos años. La verdadera 'involución' antiestatutaria y anticonstitucional es el Pacto de Lizarra, la nueva propuesta de Ibarretxe y el amparo cultural y social a los violentos, cuyas fechorías se dice una y otra vez deplorar. Por mucho que se magnifiquen ciertas indudables torpezas gubernamentales no puede obviarse esta feroz realidad.

Cuarta falsedad: ETA no debe dictar la agenda política de la democracia. Lo falso aquí es que esta aseveración la hacen precisamente quienes proponen una agenda que complazca a ETA al menos en parte, con la esperanza de que esa concesión le haga mitigar su violencia. ¿O es que acaso el último plan de Ibarretxe no ampara su verosimilitud en la existencia de un terrorismo, cuya amenaza inclina a los desesperados en peligro a aceptar cualquier absurdo con tal de ganar cuotas de seguridad? Hoy la autodeterminación no es un proyecto político entre otros, sino una urgencia que se impone incluso a quienes se sienten menos motivados por su demanda frentista, para intentar poner fin a la guerra civil larvada que ETA lleva a cabo contra quienes se le oponen. Si queremos de verdad impedir que ETA marque nuestra agenda, lo primero que debe hacerse es no dar acogida social y verosimilitud institucional a lo que ETA pretende imponer por la fuerza.

Quinta falsedad: Los partidos que se oponen a la propuesta de Ibarretxe no tienen un plan alternativo para el País Vasco. La más falsa de todas y, por tanto, la más repetida. Lo que los constitucionalistas proponen es un frente común contra el terrorismo, sus legitimaciones y sus objetivos impuestos. Un aplazamiento de cualquier objetivo político que altere la norma constitucional hasta que se haya erradicado la violencia y todas las propuestas políticas hayan recuperado su viabilidad pacífica. Una puesta entre paréntesis de los partidismos hasta que la sociedad haya reconstruido su normalidad democrática y puedan escucharse sus verdaderas demandas con ecuanimidad y sin coacciones. Un discurso institucional que no deje lugar a dudas a los violentos sobre el fracaso de unos fines contaminados irrevocablemente por los medios utilizados para propugnarlos. No considerar esta 'alternativa' como tal es ponerse a sabiendas o sin saberlo del lado de los mafiosos asesinos: resume bien esta postura el dictamen del obispo Setién cuando dijo que 'ETA no puede irse con las manos vacías'.

Y por último, después de las falsedades, una posible verdad. La dijo el lehendakari en su discurso del Aberri Eguna, cuando aseguró que su propuesta no responde a atavismos, sino al futuro de la sociedad europea. Y la ha reforzado Otegi, al insistir en que el problema vasco es un problema de Europa. Puede ser terriblemente cierto. Quizá lo que tengamos delante no sea el progreso, sino el empeoramiento del pasado. Si una sociedad de ciudadanos se ve sustituida por la fuerza por una comunidad étnica en la UE, quizá mañana salgan otras propuestas del mismo signo que despedacen otras democracias vigentes, sean en Córcega, en la Padania o Dios sabe dónde. Sería el final de la Europa cosmopolita, plural e ilustrada que se pretende conseguir. En efecto, es posible que lo que hoy se está dilucidando en el País Vasco no es el futuro de la unidad de España sino el de la unión europea. Puede que de nuevo España sirva de escenario al ensayo general de una tragedia que asolará mañana a todo el continente.

Fernando Savater, 2002-10-14

Respuesta a Fernando Savater

Nada más que falsedades y una sola verdad

Julián Rovira Rebelión

Leyes Fundamentales del Régimen de Franco 1938-67: Ley de Principios del Movimiento Nacional (17-5-1958): Art.9: Para ejercer la Jefatura del Estado como Rey o Regente se requerirá ser varón y español, haber cumplido la edad de treinta años, profesar la religión católica, poseer las cualidades necesarias para el desempeño de su alta misión y jurar las Leyes fundamentales, así como lealtad a los Principios que informan el Movimiento Nacional.

Constitución española de 1978: Art.61.1. El Rey, al ser proclamado ante las Cortes Generales, prestará juramento de desempeñar fielmente sus funciones, guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes (...).

Seguramente es tarea inútil el tratar de responder a las cuidadas y reiteradas argumentaciones del rey de los filósofos españoles cuando se trata de materia tan controvertida como el conflicto político del País Vasco. Pero ya sabemos que este asunto de la argumentación y la contra- argumentación es inútil y que la filosofía no sirve para nada, sobretodo cuando los dialogantes no están dispuestos a dialogar y sólo se cruzan monólogos opuestos, entre sordos que siempre repiten las mismas cosas sin escucharse. No responderé a Savater con cinco verdades y una falsedad, pues también estoy tan cansado, como él, de repetir todos los argumentos, por lo que mostraré que, finalmente, todo son falsedades y hay una sola verdad.

Savater quiere hacernos creer que los españoles se pasan la vida oyendo, en tertulias radiofónicas, telediarios y periódicos, las presuntas falsedades a las que contesta, pero no estamos sometidos al bombardeo mediático de un todopoderoso Egin que no dejase oír otra voz que la suya, como si los medios de comunicación estuviesen en manos de los nacionalistas radicales, sino que el flujo y poder de la información va más bien en otro sentido y hacia otra dirección, del que sus artículos en El País son buena muestra. Por eso es por lo que las falsedades a las que contesta son falsas falsedades, porque parten de la aceptación de premisas discutibles y no contestan a lo que se debería contestar, eludiendo, como de costumbre, el conflicto político.

Fernando Savater no ve ningún nacionalismo español porque según indica a) la Constitución ampara el pluralismo y b) no se consideran los nacionalistas vascos como invasores que deban ser erradicados: "falsedad: los males del País Vasco vienen del enfrentamiento de dos nacionalismos contrapuestos. No es cierta tal simetría, porque los supuestos nacionalistas españoles no piden la derogación de la Constitución que ampara el pluralismo, ni consideran el euskera o la ikurriña como invasores que deben ser erradicados" (Fernando Savater Cinco falsedades y una verdad. El País 14 de octubre de 2002, negrita mía). En primer lugar, pretender que la Constitución del 78, ese pacto de urgencia que se hizo contentando a nacionalcatólicos, monárquicos y (ex)franquistas para que legitimasen los tibios cambios llamados transición, ampara el pluralismo, es mucha pretensión. Más que un texto en el que el garante de la Ley Magna en lugar del Pueblo, que detenta la soberanía (art.1.2) es el Ejército (art.8.1: el ministro de defensa y supernumerario del Opus, Trillo, anda diciendo que "hoy los tanques son símbolo de democracia") y en el que el Rey (símbolo del Estado: art.56.1), que juró ante su Dios tanto ser fiel al Movimiento franquista (al ser nombrado por Franco su sucesor en 1969) como también, luego, juró ser fiel a la Constitución en 1978, no está sujeto a responsabilidad (art.56.3), parece una revelación divina en boca de Savater. ¿No fueron también las Autonomías una chapuza de urgencia para mal-contentar a todos tras la muerte del Caudillo??. Y, en segundo lugar, como veremos con más detalle en lo que sigue, pretender que no se busca la eliminación del nacionalismo regional por parte de un nacionalismo general, también es mucho pretender, ya que si todo el problema del nacionalismo no es más que un problema de terrorismo y el problema del terrorismo, se arregla, "erradicando" el problema; entonces, en buena lógica, hemos de concluir, que, a la postre, se estará identificando la eliminación del terrorismo, con la eliminación del nacionalismo, identificación que sucede cuando no se distingue entre un conflicto político y un grupo criminal, sino que se supone que todo el nacionalismo vasco es "entorno" de ETA.

El Plan del Pacto Antiterrorista frente a la propuesta de la libre adhesión es la "erradicación" (palabra que aparece también ya, profusamente, en el Pacto de Ajuria Enea), barrer las calles, como cualquiera que se hubiese leído el pacto podrá constatar: "falsedad: Los partidos que se oponen a la propuesta de Ibarretxe no tienen un plan alternativo para el País Vasco. La más falsa de todas y, por tanto, la más repetida. Lo que los constitucionalistas proponen es un frente común contra el terrorismo, sus legitimaciones y sus objetivos impuestos. Un aplazamiento de cualquier objetivo político que altere la norma constitucional hasta que se haya erradicado la violencia y todas las propuestas políticas hayan recuperado su viabilidad pacífica" (Savater Cinco falsedades, negrita mía). Nos dice Savater que es falso que no haya cauce político para reivindicar la independencia porque están EA, el PNV o Aralar, pero se nos indica que nos encontramos en un Estado de excepción momentáneo, puesto que no se permitirá ningún objetivo político que cuestione la Constitución hasta que se haya acabado con la violencia (erradicado). Luego resulta que de hecho no hay cauce político para la autodeterminación, lo que pasa es que Savater dice que la culpa es de ETA y que cuando ésta desaparezca los vascos podrán tener un referéndum y determinar su destino. Se vende así la piel del oso antes de cazarlo. Precisamente urge abrir la vía política para que termine la violencia y no al revés, no se puede condicionar la apertura de la vía política al cese de la violencia, pues el cierre de la vía política lo que hace es legitimar la acción violenta en lugar de deslegitimarla. Cualquier vistazo a los caminos de resolución de cualquier conflicto político del planeta nos mostrará lo errado de esa petición de principio de no dialogar mientras hay violencia. Pero resulta que era el Pacto de Lizarra el que abogaba por el reconocimiento de la naturaleza política del conflicto y por emular el ejemplo de pacificación británico-irlandés, mientras que el Pacto Antiterrorista sólo habla de "erradicación" y no reconoce que haya un conflicto político, ni siquiera la existencia del nacionalismo, que queda suspendido momentáneamente, sino tan sólo un problema de criminalidad, sin admitir que puedan realizarse comparaciones con ningún otro conflicto del planeta.

Era Fernando Savater, quien ahora defiende a riesgo de su vida una Constitución que, como muchas otras de las europeas, habría que reformar (1), quien, en 1978 denominaba a tan célebre Ley Magna, recién nacida, como "galvanizado aborto" (Fernando Savater Revista El Viejo Topo, número de noviembre de 1978, artículo titulado: "Rosseau (sic) y la Constitución", pág.25).

Pero ahora ya no la califica de ese modo, sino que precisamente cuando se empieza a quedar anticuada es cuando considera "el pacto constitucional" de hace 25 años como un dogma indiscutible e inalterable.

Tiene derecho a haber cambiado de opinión, pero debería comprender las otras y comprenderse a sí mismo cuando, de joven, la llamó galvanizado aborto, y recordar por qué la llamó así. Ahora nos dice que es una falsedad que "la involución autonómica del Gobierno de Aznar provoca la ruptura del pacto constitucional por parte del Gobierno de Ibarretxe" y que "La verdadera 'involución' antiestatutaria y anticonstitucional es el Pacto de Lizarra" (Savater Cinco falsedades, negrita mía). Pero por más que se lea uno las dos páginas del pacto de Lizarra no podrá encontrar nada anticonstitucional. Y además, la propuesta del Lendakari Ibarretxe (elegido en las urnas, no se olvide) no es nada nuevo ni extraño, ya en el año 2001 se proponía lo mismo desde IUEB sin que generase tanto escándalo en los bienpensantes: "Izquierda Unida / Ezker Batua (IU / EB) concurre a las elecciones autonómicas vascas del 13 de mayo con un programa que propone una reforma de la Constitución para crear un Estado Federal 'de libre adhesión' y el reconocimiento del derecho de autodeterminación a través de un referéndum" (Fuente de la noticia: El País, viernes 13 de abril de 2001). Las elecciones a Lendakari no las ganó Mayor Oreja, que es quien hablaba de "erradicación" y de cuyo jefe proviene la idea de "barrer las calles" de criminales de toda índole. Gentes para las que no hay problemas políticos sino sólo problemas criminales que resolver. A diferencia del Pacto Antiterrorista que criminalizaba todo el nacionalismo en el Pacto de Lizarra se propuso una mesa de diálogo para solucionar un conflicto político. Elkarri está dispuesta a poner la mesa de diálogo, pero Savater y el gobierno no quieren sentarse a dialogar.

Al final aquí todo son falsedades y sólo hay una única verdad. España no está dispuesta hoy por hoy a arriesgarse a abrir la posibilidad de secesión pacífica, mediante un camino político, de ninguno de sus territorios. El juego democrático entraña riesgos, pero no se han querido aún asumir.

Notas: (1) Véase mi artículo: LAS CONSTITUCIONES EUROPEAS, BALTASAR GARZÓN Y LA CRIMINALIZACIÓN DE LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN EN ESPAÑA: http://www.rebelion.org/spain/jrovira100602.htm

El País: Al comienzo de su obra más célebre, Hegel propone al lector uno de esos experimentos sencillos que suelen encantar a los grandes filósofos y que son a la vez obvios y profundos. Recomienda Hegel considerar una verdad palmaria, incontrovertible: por ejemplo, que ahora es de día. Pues bien, dice, anotemos en un cuaderno esa certeza -"ahora es de día"- y partamos a nuestras obligaciones acostumbradas. Más adelante, al volver a mirar la línea que hemos escrito, nos aguarda una sorpresa: la verdad indudable se ha convertido en no menos indudable falsedad, porque ahora es de noche. ¿Qué ha pasado? Pues el tiempo: sólo el tiempo se ha encargado de desengañarnos.

Me acordé de esta lección hegeliana, tan sabida y tan olvidada, al leer un reciente artículo de mi amigo Javier Tusell (Péndulos despendolados, EL PAÍS, 19 de agosto) en el que suscribía los intentos del PSOE por reforzar y reformar el mapa autonómico de España, así como me reprochaba cordialmente condenar a los socialistas que pretenden dejar una "pista de aterrizaje" abierta al PNV, para cuando a los burukides se les pasen las ganas de volar a ciegas. En tal actitud mía, como en la semejante de Jaime Mayor Oreja, veía un cierto pendulear despendolado paralelo al péndulo patriótico de los nacionalistas desde el autonomismo al independentismo. No digo que, al menos en mi caso, no se haya dado tal oscilación: como he contado en la autobiografía que Tusell menciona con amable encomio, hace veinte años apoyé sin rodeos la colaboración del PSE con el PNV en el Gobierno de la comunidad, acepté una invitación de la Fundación Sabino Arana, colaboré en Egin y defendí la legalización de Batasuna como partido político, entre otras cosas. ¿Qué ha pasado de entonces hasta ahora? Pues eso, veinte años. Por no hablar de los cientos de muertos y de abundantes desplantes o connivencias sospechosas que contribuyeron a convencerme de que los nacionalistas vascos tenían más fe que buena fe. Nada tiene de malo, por ser muy humano, equivocarse de vez en cuando: lo malo es insistir. No creo que pueda calificarse de "pendular" la conducta del médico que primero recomienda bicarbonato al paciente que se queja de dolores de estómago y luego, al ver que empeora y convencido de que padece un cáncer, decide operarle...

F. Savater, 2003-09-02

El Correo: En este País Vasco de nuestros pecados tienen muy buena prensa las generalidades rimbombantes sobre el ámbito de decisión vasco o el diálogo y en cambio se cortocircuita de inmediato cualquier propuesta política concreta que exija un poco de imaginación a los partidos. Se deplora la lucha armada -o por lo menos la mayoría la deplora-, pero no se practica en serio la lucha política, que es lo que debe sustituirla. Al contrario, no se oyen más que lamentos por la falta de acuerdo entre los partidos políticos, como si los partidos se hubieran inventado para que todo el mundo estuviese de acuerdo y no para articular de modo civilizado las diferencias de criterio en una sociedad pluralista. En cuanto alguien se atreve a criticar una forma política de pensar -con datos, con argumentos, con citas nefastas de sus líderes- es acusado de satanizar a tales adversarios y de formar parte de una conspiración mediática contra ellos, pues por lo visto sólo es verdaderamente democrático darle la razón a quien creemos que no la tiene como si estuviese loco.

Si se pide al vecino que aclare pormenorizadamente cuál es su propuesta política, para ver si nos gusta o no, se revuelve diciendo que no le apetece hacer strip-tease. Si a quien dice que la solución de la violencia debe ser dialogada se le pregunta sobre qué hay que dialogar y con quién, a fin de que tal diálogo no sea el rescate pagado a los violentos por dejar de amenazarnos (lo que convertiría en perpetua la amenaza que transitoriamente hoy padecemos), se nos tachará de inmovilistas y de formar parte del frente de la firmeza, asociación de malhechores cuyo presidente honorario parece ser Ricardo Sáez de Inestrillas. Si a los que dicen que hay que hacer algo a toda costa porque así no podemos seguir se les pide que concreten en que consiste ese algo, recordándoles que fue esa misma urgencia la que dio origen infausto a los GAL, se nos llamará fetichistas de la constitución. Ahora hay bastantes que predican la necesidad de introducir racionalidad en nuestro sempiterno conflicto, pero cuando se les solicitan algunas razones orientativas de tal racionalidad -no muchas, una o dos bastarían- se muestran tan edificantes y etéreos como el Papa criticando el hedonismo de la sociedad moderna en Ruanda. Y, claro, así vamos.

Uno de los temas sobre los que se hace permanentemente más retórica es el de la autodeterminación. Según algunos se trata de un derecho importantísimo cuyo reconocimiento urge para liberar al pueblo vasco. Otros piensan que nadie puede dar o quitar tal derecho, que es natural para todo pueblo (aunque vaya usted a saber quién decide lo que es un pueblo) y que lo importante es tener la facultad política de ejercerlo. Arzalluz cambiaría nuestro amplio Estatuto de autonomía con tal de poseer el derecho de autodeterminación que se les ha concedido a los habitantes del Ulster y que les permite optar por seguir en el Estado inglés o por integrarse en el Estado irlandés... aunque no por formar un nuevo Estado independiente. Según Arzalluz, es estupendo que las comunidades estén dentro del Estado con la gabardina puesta y el sombrero a mano, por si de pronto quieren levantarse e irse. O mejor, amenazando constantemente con marcharse, porque si se van de una vez ya no sé de qué van a vivir políticamente los nacionalistas a no ser que la marcha sea reversible y haya vaivén. En fin, a lo mejor tiene razón.

Otros pensamos que los ciudadanos vascos disfrutamos ya de autodeterminación como el resto de los españoles (frente a franceses, suecos o estadounidenses) dentro de lo que hoy tal categoría soberana resulta compatible con la globalización económica y la mundialización de las comunicaciones. Y sospechamos que la perpetua reivindicación de autodeterminación no es tan importante como otros problemas evidentes que sufrimos: la violencia terrorista, la quiebra de la convivencia, el paro, las deficiencias educativas... Pero puede que nos equivoquemos.

En cualquier caso, sería bueno concretar un poco todo este asunto tan gaseoso. De modo que no me parece un mal primer paso exponerle a la gente las opciones posibles y ver qué piensan los ciudadanos concretos en nombre de cuya libertad de decisión tantos hablan y algunos matan. El pasado mes de abril, Democracia Foral de Alava (grupo escindido de Unidad Alavesa) presentó en el Parlamento vasco una proposición de ley con objeto de que el Gobierno autonómico realice una consulta popular el mismo día que las elecciones del próximo octubre con la siguiente pregunta: ¿Desearía usted ser consultado en referéndum sobre la independencia de Euskadi? A tal cuestión podrían responder que no quienes no se interesen políticamente por ese tema y afirmativamente tanto los que desean la independencia como quienes estamos deseando saber en qué consistiría tal independencia y cuántos independentistas efectivos hay.

Si dicho referéndum fuese solicitado mayoritariamente, prepararlo será una excelente ocasión para que cada partido precise sin ambigüedades su postura ante el tema de fondo de la autodeterminación. Si se rechaza la consulta, puede ser una buena ocasión también para cambiar de tema. En fin, que quizá nos aclaráramos un poco. Pero por lo visto ni nacionalistas ni no nacionalistas están interesados por esa iniciativa política, cuya posibilidad de prosperar parlamentariamiente parece ser nula. Me gustaría saber por qué. Aunque quizá también ese rechazo sea altamente significativo...

F. Savater, 1998-06-14

Debates del Parlamento Europeo: Señoras y señores parlamentarios: ante todo, la iniciativa ciudadana ¡Basta Ya! desea expresar su gratitud a este Parlamento por el honroso reconocimiento que hoy nos confieren. Es una distinción tanto más notable por cuanto no somos una prestigiosa ONG ni un movimiento institucional veterano sino sencillamente un grupo de ciudadanos de distintas procedencias, sin jerarquías burocráticas ni apenas aparato organizativo, que empezamos a marchar juntos hace poco menos de un año. Entre nosotros hay profesores y obreros, cargos públicos y simples particulares, religiosos y laicos, sindicalistas, empresarios, militantes pacifistas, artistas, trabajadores de los medios de comunicación, gente cuyo nombre es muy conocido y muchas personas nada célebres: les confieso que formamos un conjunto un poco anárquico. No tenemos ningún afán de protagonismo histórico, ni siquiera de perduración a toda costa: ¡ojalá que nuestra iniciativa dejase mañana mismo de ser necesaria y pudiera volver cada uno de nosotros en paz a su vida cotidiana!

Sabemos que personalmente no somos importantes, pero creemos que es importante lo que nos une y moviliza: el rechazo del terrorismo criminal de ETA y el apoyo explícito al Estado de derecho español, hoy amenazado por un proyecto totalitario de secesión violenta. Hemos salido a la calle y hemos alzado nuestras voces porque estamos convencidos de que, cuando la democracia está en peligro, los ciudadanos no pueden refugiarse en su anonimato y esperar mansamente a que todo se resuelva en las altas esferas del poder político. No queremos sustituir a las instituciones legítimamente establecidas sino urgirlas a que protejan nuestros derechos y nuestras libertades sin concesiones al terror. Nos hemos movilizado, señoras y señores parlamentarios, por solidaridad con las víctimas del fanatismo ideológico asesino y también en defensa propia contra él.

Y es que vivimos una situación tristemente insólita en la Europa democrática. El País Vasco no es un territorio exótico, agobiado por las injusticias y desigualdades como tantos lugares del llamado Tercer Mundo, sino una de las regiones más desarrolladas y con más equilibrada calidad de vida de la comunidad europea. Dentro del Estado español la comunidad vasca disfruta de una amplísima autonomía, con Gobierno y Parlamento propios, pleno control de su fiscalidad, competencias educativas bilingües, dos cadenas propias de televisión (una de ellas en euskera), etcétera... Sin duda los vascos padecieron importantes violaciones de su libertad política y cultural durante la dictadura de Franco, como el resto de los ciudadanos españoles. Pero a partir de la instauración de la democracia se hizo un extraordinario esfuerzo de reconciliación en todo el país, comenzando por una amnistía general para los delitos de motivación política cometidos durante el periodo franquista que permitió hace más de veinte años reintegrarse en la legalidad a todos los miembros de ETA que lo desearan, incluso aunque tuvieran responsabilidad en hechos sangrientos. Sin embargo la actividad de ETA no ha cesado desde entonces y ya contamos más de setecientas víctimas mortales durante la etapa democrática.

Hoy en el País Vasco no hay seguridad ni libertad de expresión o asociación política para gran parte de los ciudadanos. Los cargos electos no nacionalistas son asesinados, así como empresarios, periodistas, miembros de las fuerzas de orden público o simples particulares que se hayan manifestado de cualquier modo contra el proyecto de imposición independentista. Y no sólo se trata de asesinatos: se han quemado numerosos establecimientos, viviendas y vehículos, se extorsiona cotidianamente a los comerciantes y profesionales, se hostiga y amenaza de mil maneras a quienes son considerados "españolistas", es decir, a quienes se atreven a manifestarse públicamente a favor del Estado de derecho constitucionalmente vigente. Mucha gente se ve obligada a marcharse para evitar males mayores o porque no soporta la presión del ambiente de intimidación. Otros muchos deben resignarse a vivir acompañados de escoltas policiales y no pueden pasear libremente con sus hijos por la calle o asistir sin todo tipo de precauciones a los locales públicos. En el País Vasco, en plena Europa democrática, tenemos actualmente docenas de Salman Rushdies. Reina el miedo, un miedo palpable en la vida cotidiana que hace hablar en voz baja o disimular lo que se piensa, como en los peores momentos de la dictadura franquista.

Nosotros, los miembros de la iniciativa ¡Basta Ya!, sabemos que ETA es sin duda la principal culpable de estos males pero también estamos convencidos de que ETA no es un fenómeno aislado y que su perpetuación se debe a un clima político del cual son en parte responsables las autoridades nacionalistas que gobiernan el país desde hace más de veinte años. Los etarras no son extraterrestres llegados de otro planeta para hacer el mal sino jóvenes educados en el fanatismo étnico, en el odio a más de la mitad de sus conciudadanos y a todo lo considerado "español", jóvenes a quienes se ha imbuido una historia distorsionada y una antropología demencial que les hacen creerse víctimas y les convierten así en verdugos. Naturalmente aceptamos que los nacionalistas vascos puedan proponer por vías pacíficas la creación de un nuevo Estado independiente que nunca antes existió, pero rechazamos que ese proyecto político de un determinado partido se presente como el derecho inalienable de todo un pueblo, convirtiéndose así de modo indirecto en justificación de los violentos.

Tampoco parece prudente la permanente búsqueda en el pasado histórico y aún prehistórico de agravios que justifiquen la ruptura de las comunidades democráticas actuales o pretendan demostrar la incompatibilidad de quienes de hecho ya viven juntos desde hace siglos. Como demuestra tristemente la experiencia de otros lugares de Europa, por tal camino siempre se encuentran finalmente justificaciones para el enfrentamiento bélico. Es algo contra lo que ya prevenía hace siglos uno de los primeros pensadores de la Europa unida, Erasmo de Rotterdam, cuando comentaba en sus adagios: "Si un título cualquiera se considera causa idónea para emprender la guerra, a nadie -en medio de tantas vicisitudes de los asuntos humanos, de tantos cambios- le podrá faltar un título. ¿Qué pueblo no ha sido alguna vez expulsado o no ha expulsado a alguien de su territorio? ¿Cuántas veces se ha emigrado de un sitio a otro? ¿Cuántas veces se han desplazado de aquí para allá los imperios por el azar de los tratados? ¡Que los paduanos reclamen hoy el suelo troyano ya que Antenor en otro tiempo fue troyano! ¡Que los romanos reclamen África y España, pues alguna vez fueron romanas! Llamamos dominio hereditario a lo que es administración electiva. No se tiene igual derecho sobre los hombres -libres por naturaleza- que sobre los ganados" (del comentario al adagio La guerra atrae a quienes no la han vivido).

Señoras y señores parlamentarios, como demócratas somos desde luego partidarios del diálogo entre los diversos partidos democráticos porque en tal diálogo permanente consiste la democracia misma. Pero precisamente por vocación de diálogo democrático rechazamos que éste pueda venir forzado por el terrorismo violento, que la agenda política de los ciudadanos la establezcan quienes trastornan los usos de la convivencia pacífica y que las leyes consensuadas parlamentariamente deban cambiarse a gusto de los asesinos como rescate para que dejen de matar. Queremos vivir en paz pero también queremos vivir en libertad; nos negamos a sustituir el Estado de los ciudadanos por el Estado de las etnias. Por eso hemos salido a la calle para defender los principios constitucionales y gritar a los terroristas: ¡Basta ya! Y también por eso, además de agradecer el reconocimiento de este Premio Sajarov, invitamos a los miembros del Parlamento europeo a visitar el País Vasco, no los despachos oficiales sino las calles, los bares, los comercios, las empresas, las pequeñas localidades, las aulas, para que conozcan de primera mano y sin injerencias propagandísticas cómo se vive amenazado, extorsionado, sin derecho a la libre expresión de las ideas. Que comprueben por sí mismos la verdad de lo que denunciamos y después que no lo olviden y que nos ayuden a luchar contra esta lacra que toda la Europa democrática debe sentir como propia.

F. Savater, en la recepción del "Premio Sajarov" del Parlamento Europeo. 2000-12-13

El País: No: rotundamente, no creo que La pelota vasca de Julio Medem tenga como objetivo oculto ni siquiera como efecto involuntario la justificación del terrorismo etarra en el día de hoy. Por el contrario, la obcecación de los que siguen insistiendo en la lucha armada queda puesta en evidencia en el documental. Se han pasado de rosca, son reos del pasado. Los otros males insistentemente denunciados son las torturas y excesos de las fuerzas de seguridad del Estado y la línea política del PP. Coincide así el planteamiento ideológico del director (que lo tiene y bastante obvio: lo de la "mirada limpia" queda para la publicidad) con el pensamiento dominante en el País Vasco gobernado por los nacionalistas con ayuda de IU. Algunas realidades que, desde esta óptica, resultan incómodas para el PNV son evitadas: por ejemplo, la nómina de guardias civiles y policías nacionales asesinados (las torturas son probables, los sacrificios humanos irrefutables), el espectacular ascenso en votos del PP en Euskadi (en los últimos veinte años, de fuerza casi marginal a segunda del país), el punto de inflexión que representó el asesinato de Miguel Ángel Blanco en cuanto a reacción popular, las manifestaciones multitudinarias organizadas por ¡Basta Ya! a favor del Estatuto y la Constitución o contra el nacionalismo obligatorio, etcétera. En el documental aparece como única ilustración sobre la enseñanza en el País Vasco una escena franquista de maestro castigando a los niños que hablan en euskera pero ningún testimonio de otros atropellos educativos más cercanos del "florido pensil" euskaldún actual. Tampoco se recaba la opinión ni se levanta acta de los múltiples exilados por razones de fuerza mayor en los últimos años. Y no deja de ser curioso que, salvo Mariano Ferrer, los periodistas que aparecen en pantalla viven todos fuera del País Vasco (el testimonio de Arantxa Urretavizcaya, entrevistada para la filmación, no fue conservado en el montaje final).

En cualquier caso, se trata de una opción del director y que como tal debe ser tomada. A uno pueden gustarle poco las abundantes ilustraciones rurales y etnicistas, que reeditan la línea de la clásica Ama Lur y más atrás la estética de las demostraciones sindicales franquistas del Primero de Mayo (la mayoría de nuestros nacionalismos parecen ser la "rebelión en la granja" de aquellos coros y danzas), pero no se le puede negar a Medem su derecho a tal enfoque y su habilidad para llevarlo plásticamente a buen término. En cuanto a las entrevistas propiamente dichas, hay alguna revelación sublime como la de Arnaldo Otegi, según el cual la vida se hará insoportablemente aburrida el día que los niños de Beasain coman hamburguesas, hablen inglés y estén conectados a Internet en lugar de contemplar las montañas. ¡Vaya por Dios! Creíamos que luchaban contra España por su opresión imperialista y ahora resulta que la toman por la culpable de la modernidad. Hace poco me contaba Amando de Miguel que uno de los gritos de los primeros carlistas era "¡Abajo las patatas!". Por lo visto consideraban a este tubérculo ultramarino una amenaza foránea para la dieta autóctona y racial. Hemos pasado de las patatas a Internet, pero el espíritu abierto e ilustrado del etnicismo vasco sigue siendo el mismo...

Y ello nos lleva al viejo problema del "diálogo", que tanto continúa preocupando a Medem y a muchos de sus entrevistados. Que el diálogo es cosa muy buena resulta ya algo comúnmente aceptado, en lo que se basan por ejemplo los parlamentos democráticos. Y en el País Vasco se ha practicado mucho desde la época de la transición a todos los niveles, hasta que se empezó a asesinar o amenazar de muerte a los dialogantes que no daban la razón a los nacionalistas. Eso enfrió un tanto los entusiasmos de primera hora, hay que reconocerlo. De tales ex dialogantes se ocupó, por ejemplo, José Antonio Zorrilla en su documental Los justos, que entrevista a numerosos amenazados, víctimas del terrorismo, empresarios, periodistas, exilados, profesores que ya no profesan, etcétera. Alguno de sus entrevistados, como Joseba Pagaza, hablaron por última vez ante su cámara antes de ser asesinados. La ETB y las demás televisiones nacionales (a excepción de Vía Digital, que pasó el documental en su canal de pago a una hora algo remota) mostraron nulo interés por este documento, mucho menos desde luego que por el de Medem. Tampoco alcanzó mayor notoriedad Sin libertad, de Iñaki Arteta, cortometraje premiado en Nueva York y en Hollywood pero que sólo aportó a su realizador pasar de trabajar en la Diputación de Vizcaya a cobrar el paro. Y ni siquiera ha tenido la suerte de que se solidarizasen con él los habituales "abajo firmantes" que tanto se preocupan por el indoloro linchamiento de Julio Medem.

De modo que el diálogo en Euskadi es cosa difícil y no sólo por culpa del intratable Aznar. Realmente, La pelota vasca constituye un alegato más bien en contra del diálogo que a favor, por lo inútil que evidentemente resulta yuxtaponer opiniones contradictorias mientras se mantiene como telón de fondo una realidad que por lo visto es inmune a cualquier transformación política o social. Porque las opiniones sencillamente no bastan. Por ejemplo, cuando salen a escena en el documental cuatro o cinco historiadores hablando de si hubo alguna vez tal cosa como un Estado vasco, para uno nunca existió, el siguiente cree que duró treinta años, otro dice que cuatro siglos y así. Si sobre cuestiones de hecho y del pasado reina esta concordancia, imaginemos lo que sucederá cuando se intenta interpretar políticamente la situación presente... Las palabras mismas no parecen significar lo mismo para todos: Sádaba considera "ultranacionalismo" que en la Constitución Española se parta de la unidad de España, como si hubiera constituciones que preconizasen la disgregación de lo que van a constituir. Y, ya fuera del documental, el lehendakari Ibarretxe asegura que no es un "trágala" ese plan que propone y está dispuesto a sacar adelante digan lo que digan las Cortes, los tribunales, la Constitución y quien se le oponga.

Los que se hacen los mártires por la que les cae encima cuando hablan de "diálogo" deberían aclarar si es también diálogo llevar la contraria al nacionalismo y no sólo darles la razón: porque hasta el momento en Euskadi sólo es "dialogante" quien acepta el esquema básico peneuvista y proclama que hasta de los abusos del Gobierno autonómico tiene la culpa el autoritarismo centralista. "Dialogar" no creo que sea repetir por enésima vez lo del choque de trenes entre el nacionalismo vasco y lo que Sádaba considera "ultranacionalismo" constitucional: pero si ésa es la disposición dialogante, entonces tienen razón quienes aseguran que algunos no queremos dialogar.Ahora, según nos anuncia Arzalluz metido a comadrona, se nos viene encima una criatura, engendrada por los dogmas sabinianos y la violencia etarra. Una criatura que lleva mucho tiempo gestándose (aunque los que avisamos del embarazo fuimos acusados en su día de crispar) y que se nutre de la invulnerabilidad y prepotencia con que se han movido siempre los nacionalistas: en el fondo, el plan Ibarretxe no pretende más que convertir en derecho lo que de hecho se lleva practicando ya más o menos en el País Vasco desde hace mucho, ante la indiferencia, la ceguera o la complicidad de quienes podrían haberlo evitado a tiempo. Ahora ya se habla de "frente nacionalista" con toda tranquilidad, mientras que aun ayer los "frentistas" éramos quienes pretendíamos que al menos hubiese acuerdo entre los no nacionalistas para defender la Constitución y las instituciones estatales, no sólo para condenar la violencia.

En fin, de nada vale llorar sobre el pasado y la leche que empezó a derramarse hace tanto, en los tiempos complacientes que hoy algunos echan de menos, cuando los nacionalistas se limitaban a hacer lo que les daba la gana pero sin pretender convertir todavía su real gana en ley explícita para todos. La pregunta es ¿qué vamos a hacer ahora ante la criatura? Porque no sabemos si será niño o niña, ni si querrá más a su aita o a su ama, pero lo único seguro es que sus primeras palabras volverán a ser las de siempre: "¡Abajo las patatas!".

F. Savater, 2003-10-04