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Álbum de recortes

Trabajo y familia

El País: Cuando se plantea la necesidad de conciliar el trabajo con la familia, rara vez se especifica qué modelo de conciliación, trabajo y familia se tiene en mente; si se trata de garantizar el afecto familiar para todos los trabajadores o si lo que se pretende es mantener el nivel de producción de bienes y servicios que ahora recae sobre la familia.

La conciliación se ha producido tradicionalmente en España por dos vías. La primera ha sido, al menos sobre el papel, la división del trabajo y separación de papeles entre hombres ymujeres. Los varones han asumido el trabajo remunerado de puertas afuera y las mujeres el no remunerado de puertas adentro. Su mejor expresión legal es la sociedad de gananciales, que concede igual valor al trabajo desarrollado dentro y fuera del hogar. La segunda vía de conciliación ha sido la acumulación de tareas, y sigue utilizándose por muchas mujeres que no encuentran otra solución para resolver la antítesis entre el mundo laboral y la familia. La población de las sociedades desarrolladas rechaza tanto la segregación al ámbito doméstico como la sobrecarga de la doble jornada. Por ello se están generalizando otras estrategias de ajuste: la reducción de objetivos, la delegación, la secuencialización, la derivación hacia el mercado y las instituciones, y el reparto de tareas.

La reducción de objetivos afecta tanto a la vida familiar como a la laboral. Es, por ejemplo, el adiós a la calidad culinaria y a los ascensos. La delegación consiste en interrumpir la producción de un servicio para trasladarlo a otra persona o grupo social. En España, la delegación colectiva de funciones más espectacular de los últimos años es la de reproducción, que se ha trasladado en buena parte a los países en vías de desarrollo. Los trabajadores no se producen, sino que se importan cuando ya han alcanzado la edad de incorporarse al mercado laboral, o se producen localmente por las mujeres inmigrantes. La secuencialización consiste en alternar la producción para la familia y para el mercado, de modo que no coincidan en el tiempo. Éste es el tipo de conciliación que buscan las excedencias y permisos parentales. A corto plazo son eficaces, pero resultan poco atractivas para los empleadores, desempleados o trabajadores precarios y para los que tienen aspiraciones profesionales elevadas, porque dañan sus expectativas a medio plazo.

La derivación hacia el mercado sigue en auge: guarderías, transporte escolar, residencias para familiares ancianos, empleados de hogar, uso intensivo de servicios de alimentación, limpieza y gestión. Pero sólo está al alcance de las familias con suficiente poder adquisitivo. En cuanto a la derivación hacia las instituciones no mercantiles, sólo es posible en la medida en que existan servicios públicos y voluntariado; pero las familias no pueden decidir unilateralmente las prioridades presupuestarias de los gobiernos ni el alcance de los servicios garantizados. Por mucho que mejore la eficiencia en la Administración de los recursos públicos, en la práctica en España ya se ha tocado techo respecto a los servicios que pueden ofrecerse a la población sin modificar al alza el nivel de tributos.

Finalmente, queda como vía de conciliación el reparto de tareas, reparto que habría de producirse no sólo entre hombres y mujeres, sino intergeneracionalmente. Por ahora, el reparto de las tareas que tradicionalmente se hacían en el hogar ha variado muy poco. Según la encuesta de uso del tiempo realizada en el CSIC en 2003, las mujeres siguen haciendo el 78% del trabajo no remunerado. La gestación de nuevas vidas y el cuidado de los niños ya no consumen tantas horas como antes en los hogares españoles, pero en cambio aumenta imparablemente el número de horas dedicadas a la población discapacitada por razones de edad. Para el año 2050, los mayores de ochenta años se habrán triplicado y ni el modelo actual de familia ni el actual sistema de pensiones, organización sanitaria y servicios sociales están preparados para hacer frente a este colosal desafío.

María-Ángeles Durán, 2004-09-05

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