Blogia
Álbum de recortes

condición humana

El público

Gabriel Tarde, en su libro 'La opinión y la multitud' (1901) dejó dicho que la gran transformación moderna era precisamente la aparición del público: la presencia virtual de una muchedumbre físicamente disgregada que, sin embargo, comparte percepciones, valores, opiniones y objetos de odio, por ejemplo.

Tanto subrayó Tarde esta novedad que creyó más importante el público que la multitud. La muchedumbre está reunida en algún lugar y no puede incrementarse "más allá de un cierto grado, marcado por los límites de la voz y de la mirada, sin peligro de fraccionarse o de hacerse incapaz para una acción conjunta, acción siempre la misma, como barricadas, saqueo de palacios, asesinatos, demoliciones, incendios".

Las audiencias, por el contrario, no necesitan ese espacio acotado y pueden actuar "como una colectividad puramente espiritual, como una dispersión de individuos, físicamente separados y entre los cuales existe una cohesión sólo mental".

Bien mirado, el público diseminado es un hecho raro. "Cosa extraña", insistía Tarde: "los hombres que se dejan entusiasmar así, que se sugestionan mutuamente o, antes bien, se transmiten unos a otros la sugestión desde arriba, esos hombres no se codean, no se ven, ni se entienden: están sentados cada uno en su casa leyendo el mismo periódico y dispersos en un vasto territorio" rindiendo culto a la actualidad, a los sucesos y estruendos más o menos reales de la actualidad, esa invención también moderna.

Páginas después, Gabriel Tarde identificaba al público con "una especie de clientela comercial", ávida de novedades, deseosa de esos hechos llamativos en los que hay héroes a los que seguir y villanos a los que secretamente envidiar, bondadosos ciudadanos, desprendidos, y astutos malvados que sólo tendrían por objeto enriquecerse adelgazando la cuenta de los demás.

"La influencia de los publicistas se basa, ante todo, en el conocimiento instintivo que poseen de la psicología del público", añadía Tarde. Por ejemplo, saben que "público o multitud, todas las colectividades se asemejan en un punto, por desgracia: su deplorable tendencia a sufrir las excitaciones de la envidia y del odio.

Para las multitudes la necesidad de odiar corresponde a la necesidad de obrar. Excitar su entusiasmo no conduce demasiado lejos; pero ofrecerle un motivo y un objeto de odio es dar vía libre a su actividad que, como nosotros lo sabemos bien, es esencialmente destructiva (...). Lo que reclaman las multitudes encolerizadas es siempre una cabeza o algunas cabezas (...).

Descubrir o inventar un objeto nuevo y grande de odio para uso del público es todavía uno de los medios más seguros para convertirse en uno de los grandes reyes del periodismo".

De Justo Serna, http://justoserna.bitacoras.com/

¿Quién de vosotros podrá habitar bajo una lluvia de fuego?

¿Quién de vosotros podrá habitar bajo una lluvia de fuego? Esta amenaza de Isaías fluía sobre las olas del mar y al abatirse contra las rocas levantaba una espuma violenta al pie de la terraza del restaurante donde un hombre y una mujer tomaban cerveza muy fría. Ay de aquellos que han puesto la esperanza sólo en sus caballos de hierro, clamaba el profeta. Camarero, por favor, no se olvide de la ración de calamares. Y el oleaje seguía diciendo: a la voz del ángel huyeron los pueblos, quedaron disipadas las naciones y al recoger los despojos de los muertos el Señor de los Ejércitos fue ensalzado. Aquí suelen dar un rape que no está mal, dijo el hombre. Yo me voy a pedir una brocheta de langostinos, dijo la mujer. ¿Compartimos una ensalada de tomate con hierbabuena? El hombre y la mujer se amaban con los ojos por encima de las copas de cerveza, pero a cada uno el sonido del mar le traía una voz distinta desde el fondo de la memoria. Él tenía la mente puesta en las tinieblas e incluso podía vislumbrar toda la maldad de este mundo aleteando sobre el espíritu de las aguas. Ella creía que ese mar aún era maravilloso para bañarse y decidió darse esa placer como un acto de rebeldía. Desde la terraza descendió por una escalera entre las rocas hasta una pequeña cala. El hombre la vio desafiar las olas que la golpeaban de espuma e imaginó que para ella aquella dicha natural era incompatible con todas las tragedias, incluida la propia muerte. Aún le resbalaba la luz sobre su piel mojada cuando subió a la terraza donde el camarero acababa de dejar en la mesa la brocheta de langostinos y el rape a la plancha. ¿Qué tal estaba el agua? Muy buena. Báñate. No sabes lo que te pierdes. ¿Me pides otra cerveza? En una escuela de Beslán acaban de morir acribillados por la espalda centenares de niños, en Jerusalén ha reventado un suicida dentro de un mercado, en Gaza los helicópteros israelíes han ametrallado a un múltiple entierro hasta el interior de los féretros, un coche bomba ha cosechado hoy tres docenas de soldados en Bagdad. La pareja no cruzó ninguna palabra de placer hasta que en la sobremesa tomaron ron con hielo y dentro de ese licor se fue deshaciendo la tarde sobre el mar tendido. Ante aquella belleza el hombre se llenó de melancolía. No pasa nada por ser feliz, no es culpa de nadie, murmuró la mujer acariciando sus lágrimas. Entonces hasta la orilla del mar llegó de nuevo la voz del profeta: embriagada está de sangre la espada del Señor. Y el hombre dijo: Está bien. Camarero, otro ron.

Doble de ron. Manuel Vicent.
El País, 3 de octubre de 2004.

Besar el culo de Hank

Jhuger: Esta mañana han llegado a mi puerta una pareja bien vestida y bien peinada. El hombre habló primero:

Juan: Hola, yo soy Juan y esta es María.

María: Hola, estamos aquí para invitarte a besarle el culo a Hank con nosotros.

Yo: ¿Cómo? ¿De qué estás hablando? ¿Quién es Hank? ¿Y por qué tendría que querer besar su culo?

Juan: Si besas el culo de Hank, te da un millón de dolares; y si no lo haces, te cubre de mierda.

Yo: ¿Cómo? ¿Es que es alguna clase de extraño pervertido?

Juan: Hank es un multibillionario filántropo. Hank construyó este pueblo. Hank posee este pueblo. El puede hacer lo que quiera, y lo que quiere hacer es darte un millón de dolares, pero no puede si no besas su culo.

Yo: Eso no parece tener mucho sentido. ¿Por qué?...

María: ¿Quien eres tú para cuestionar los deseos de Hank? ¿Es que no quieres el millón de dolares? ¿Es demasiado un pequeño beso en el culo?

Yo: Bueno quizás, si es legítimo, pero...

Juan: Entonces vamos a besar el culo de Hank.

Yo: ¿Besáis el culo de Hank frecuentemente?

María: Oh, sí, continuamente.

Yo: ¿Y os ha dado el millón de dolares?

Juan: Bien, aún no. No se puede recibir el dinero hasta que no te marchas del pueblo.

Yo: Entonces, ¿por qué no os marcháis del pueblo y recibís el millón de dolares?

María: No puedes marcharte del pueblo hasta que Hank te lo diga, o de lo contrario no recibes el dinero y te cubre de mierda.

Yo: ¿Conoceis a alguien que haya besado el culo de Hank, que se haya marchado y que después haya regresado con el dinero?

Juan: Mi madre le besó el culo a Hank durante años. Ella se marchó el año pasado, y estoy seguro de que tiene el dinero.

Yo: ¿Has hablado con ella desde entonces?

Juan: Por supuesto que no, Hank no lo permite.

Yo: Entonces, ¿cómo sabes que tiene el dinero si no has hablado con nadie que lo haya recibido?

María: Bueno, él te da parte antes de irte. Tal vez tengas un ascenso, tal vez ganes un pequeño premio en la lotería, tal vez encuentres un billete de veinte dolares en la calle.

Yo: ¿Y qué tiene eso que ver con Hank?

Juan: Hank tiene ciertas "conexiones"

Yo: Lo siento, pero esto suena como si fuera un extraño juego de consola.

Juan: Pero es un millón de dólares, ¿de veras quieres arriesgarte? Y recuerda, si no le besas el culo, te cubre de mierda.

Yo: Tal vez si pudiera verle, hablar con él, tener detalles sobre él...

María: Nadie ve a Hank, nadie habla con él.

Yo: Entonces, ¿cómo le besáis el culo?

Juan: En ocasiones únicamente le mandamos un beso y pensamos en su culo. Otras veces besamos el culo de Karl y él se lo transmite.

Yo: ¿Quién es Karl?

María: Un amigo nuestro. Él es quien nos ha hablado sobre besar el culo de Hank. Todo lo que tenemos que hacer es invitarle a comer de vez en cuando.

Yo: ¿Y habéis creído sus palabras cuando ha dicho que existe un Hank, que Hank quiere que le beses el culo y que te recompensará?

Juan: ¡Oh, no! Karl tiene una carta de Hank de hace mucho tiempo donde lo explica todo. Aquí tienes una copia para ti, míralo por ti mismo:

Del escritorio de Karl

1. Besa el culo de Hank y él te dará un millón de dolares cuando te marches del pueblo.
2. Bebe con moderación.
3. Cubre de mierda a aquellos que no sean como tú.
4. Come bien.
5. Hank dictó esta carta él mismo.
6. La luna está hecha de queso verde.
7. Todo lo que dice Hank es cierto.
8. Lávate las manos después de ir al baño.
9. No uses alcohol.
10. Come tus salchichas en bollos, sin condimentos.

Yo: Esto está escrito en papel con el membrete de Karl.

María: Hank no tiene papel.

Yo: Tengo la impresión que si lo comparamos encontraremos que esta es la letra de Karl.

Juan: Por supuesto, pero Hank lo dictó.

Yo: Pensaba que decíais que nadie puede ver a Hank.

María: No ahora, pero hace tiempo hubo algunas personas que sí.

Yo: Pensaba que decíais que era un filántropo. ¿Que tipo de filántropo cubre de mierda a la gente sólo porque sean diferentes?

María: Eso es lo que Hank quiere, y Hank siempre está en lo cierto.

Yo: ¿De dónde has sacado eso?

María: El punto 7 dice que: "Todo lo que dice Hank es cierto" ¡Ésto es suficiente para mí!

Yo: Quizá vuestro amigo Karl hizo las normas él mismo.

Juan: ¡Imposible! El punto 5 dice: "Hank dictó esta carta el mismo". Al mismo tiempo, el punto 2 dice "Usa el alcohol con moderación", el punto 4 dice "Come bien" y el punto 8 dice "Lávate las manos despúes de ir al baño". Todo el mundo sabe que esto es cierto, por lo tanto, todo lo demás debe ser cierto también.

Yo: Pero el punto 9 dice "No uses alcohol", lo cual entra en conflicto con el punto 2, y el 6 dice "La luna está hecha de queso verde", lo cual no es cierto.

Juan: No existe contradicción entre los puntos 2 y 9, el segundo simplemente clarifica el primero. Y por lo que respecta al 6, tú nunca has estado en la Luna, por lo que no puedes hablar con seguridad.

Yo: Los científicos tienen claramente establecido que la Luna está hecha de roca...

María: Pero ellos no saben si la roca viene de la Tierra, o del espacio exterior, por lo que puede ser fácilmente queso verde.

Yo: Realmente no soy un experto, pero pienso que la teoría de que la Luna fue "capturada" por la Tierra ha sido descartada. Por otra parte, no saber de dónde viene la roca no la convierte en queso.

Juan: ¡Ajá! Acabas de admitir que los científicos cometen errores ¡pero nosotros sabemos que lo que dice Hank es cierto!

Yo: ¿Lo sabemos?

María: Por supuesto, el punto 5 lo dice.

Yo: Estáis diciendo que Hank siempre está en lo cierto porque la lista lo dice, la lista es cierta por que Hank la ha dictado, y sabemos que Hank la ha dictado por que la lista lo dice. Esta lógica circular no se diferencia en nada de decir que Hank es verdad por que lo dice Hank.

Juan: ¡Ya lo está comprendiendo! es reconfortante ver que alguien se está acercando a la forma de pensar de Hank.

Yo: Pero... bah, no importa. ¿Qué asunto es ese de las salchichas?

(María se sonroja)

Juan: Las salchichas en bollos, sin condimentos. Esta es la forma de Hank. Cualquier otra forma es incorrecta.

Yo: ¿Qué ocurre si no tengo un bollo?

Juan: No hay bollo, no hay salchicha. Una salchicha sin bollo es incorrecto.

Yo: ¿Sin salsa? ¿Sin mostaza?

María (asombrada): Parece irremediablemente condenado.

Juan (gritando): ¡No hay ninguna ambiguedad en su lenguaje! ¡Cualquier tipo de condimentos están prohibidos!

Yo: Entonces, de una enorme pila de chucrut con algunas salchichas cortadas ni hablamos ¿no?.

María (se pone los dedos en los oídos): No te estoy oyendo, nana nana nana.

Juan (con cara de aversión): ¡Eso es repelente! No sé qué clase de demonio comería eso...

Yo: ¡Hank! Él come eso constantemente.

(María palidece)

Juan (cogiendo a María): Bueno, si hubiera sabido que eras uno de esos no habría perdido mi tiempo. Cuando Hank te cubra de mierda, yo estaré allí, contando mi dinero y burlándome. Yo besaré el culo de Hank por ti, comedor de salchichas cortadas, devorador de chucrut.

(Al decir esto, Juan arrastró a María al coche que les esperaba y arrancó a toda velocidad.)

Copyright 1996-2004 Rev. Jim Huber,
citado por Lola Cárdenas Luque, 2004-10-05,
y levemente corregido.

Vínculos en el tiempo

El País: Un día de primavera de 1943, poco antes de tomar mi primera comunión, encontré una cápsula de bala en un barranco de la sierra de Espadán, donde se había librado una cruenta batalla durante la guerra civil. Desde entonces he llevado ese casquillo conmigo y en este momento está plantado en un anaquel de la biblioteca junto a las obras completas del poeta John Keats. La bala pudo haber matado a un soldado enemigo, pero siempre he imaginado que se trató de una bala perdida. Acerca de esa cápsula herrumbrosa escribí hace unos meses una pequeña historia y ahora he recibido una carta que dice así: "Usted es el niño que recogió la cápsula de bala que yo pude disparar siendo también un niño. Recuerdo por recuerdo. En aquel entonces yo tenía 17 años. Estuve en la batalla de la sierra de Espadán con el Tercio de Requetés Montejurra. Yo era expósito y abandoné el asilo como liberación y aventura, con un nivel cultural que no distinguía ni las situaciones geográficas que vivía. Siga apoyando su cápsula, ahora con mi bala, en los estantes de su biblioteca, junto a los libros que purifiquen tan violento pasado y también mi sentimiento. Gracias. Afectuosos saludos". Si he reservado la identidad de este soldado es para que su anonimato incluya a todos los guerreros de la historia que un día mataron sin saber en qué tierra estaban ni quién era su enemigo. No obstante, a partir de ahora esta cápsula vacía tendrá un nuevo dueño compartido. En el año 1936 un adolescente navarro se adentró en una guerra fratricida sólo para librarse del hospicio; atravesó todo un país en llamas hasta alcanzar la visión del Mediterráneo y allí siguió disparando el fusil. Durante mucho tiempo imaginé que una de las balas habría ido a caer al pie de un ara votiva que en aquella ladera del monte erigieron los romanos después de derrotar a los cartagineses donde yo, de niño, jugaba rodeado de zarzas, algunas de ellas todavía ensangrentadas. Aquel joven soldado que apretó el gatillo, tal vez deslumbrado por el brillo del mar, hoy es un viejo sentimental de 84 años, que me aclara cuál fue el destino de aquella bala. Me pide que la busque en mi propio laberinto. Después de leer su carta me he acercado a la estantería, he abierto el libro de Keats y con el casquillo en el puño he releído este verso: "En el mismo centro del placer se levantaba un altar de mármol, con una trenza de flores recién abiertas". En el fondo de ese poema bajo aquellas flores, he encontrado la bala de aquel soldado.

Manuel Vicent, 2004-09-12

Política y cultura

El País: Zweig detestaba la política y, como no se metía con ella, tenía la ingenuidad de creer que ella tampoco se metería nunca con él. De pronto, descubrió que era judío. Lo descubrió en los ojos de su mejor amigo, un intelectual destacado, con el que conversaba, discutía, intercambiaba libros e ideas, y pasaba horas en las tabernas bebiendo sendos porrones de cerveza. El judaísmo debía ser algo muy vago y lejano para este austriaco laico, para este intelectual totalmente integrado a la cultura occidental, para este europeo al que la religión sólo interesaba como objeto de estudio o fuente de placeres estéticos. Y, sin embargo, un buen día, aquel amigo dejó de saludarlo en la calle y, peor todavía, le hizo saber que sólo podían continuar su amistad de manera clandestina, porque para un ario como él se había vuelto demasiado riesgoso frecuentar a un judío.

Cuando cuatro policías austriacos se presentaron a la casa de la montaña de los capuchinos, en febrero de 1934, con una orden de registro porque se suponía que el propietario escondía armas para una conspiración subversiva, Stefan Zweig comprendió que había llegado la hora de partir. Empaquetó lo que pudo y, sin hacer saber a nadie que huía, escapó a Inglaterra, de donde luego seguiría huyendo, esta vez allende los mares, a Petrópolis, en Brasil, donde en 1942, luego de una tranquila velada en la que jugaron una partida de ajedrez, él y su joven esposa Lotte se suicidaron tomándose una fuerte dosis de Veronal.

Hasta el final, y pese a las atrocidades que vio a su alrededor y padeció en carne propia, Stefan Zweig creyó que cultura y política eran esferas independientes que no debían mezclarse, y que un escritor y un artista, para alcanzar la excelencia estética, debían mantenerse rigurosamente alejados de esa cosa mediocre, vulgar y sucia que es el quehacer político.

El país que lo desconoció y expulsó ha hecho de esta ingenua convicción una exitosa filosofía. Cuando se piensa en el nazismo se piensa en Alemania, no en Austria, donde hubo tantos partidarios de Hitler como entre los propios alemanes. Sin embargo, jugando hábilmente la carta del neutralismo, y echando un velo de amnesia y silencio sobre ese pasado comprometedor, Austria ha prosperado, se ha democratizado, y aparece en la historia contemporánea como una de las víctimas más sufridas, y de ninguna manera una cómplice, de las hordas pardas.

M. Vargas Llosa, 2004-09-05

Visión histórica

La Voz de Galicia: Parece que Jesucristo estará otra vez de moda; pero se supone que moda pequeña y pasajera, nada comparable a lo de Bisbal y demás dioses mayores de la nueva situación, que ya se permite con la antigua las mismas estéticas y cuchufletas que la antigua se permitió con la anterior. Quiero decir que la religión que hace veinte siglos redujo a historietas bellas la majestad de Zeus o el desbarajuste de Dioniso ahora ve cómo a los adoradores del Becerro de Lata (¡de Oro en los buenos tiempos de Moisés!) se les vende el Becerro -el coche, quiero decir- con publicidad en la que Pedro, Lucas, Pablo... altares, catedrales y polifonías también se quedan en historietas, en mitología con que envolver, como si fuese para regalo, el sacramento más característicao de la nueva religión, el Coche.

Hace unos años con el Et incarnatus est se hacía genuflexión y, si te cantaban el de la Misa en do menor de Mozart, el estremecimiento te duraba una semana. Esa letra y lo que hay detrás de ella ya interesa poco y a poca gente, pero movió a Mozart para una música sobrehumana que a la publicidad hortera y con las neuronas en el recto, antesala del mismísimo culo, le vino bien para anunciar papel higiénico.

Ese Cristo que se encarnó para inspirar a Mozart no fue profeta en su patria. Lo mataron y una de las desfeitas no menores fue que, habiendo parido Roma tanta gente capaz para hacer maravillas, el romano más citado y recordado es Poncio Pilato, un cagatintas, un componendas, un no me compliques la vida. Podríamos tener en cabeza, por ejemplo, a César con lo requetebién que escribía y lo cabronazo que fue masacrando galos, pero tenemos que apencar con un imbécil que se lavó las manos para ser antonomasia de tenerlas sucias.

A Cristo lo mataron porque dio la lata. Le había pasado cuatro siglos antes a Sócrates y no hay papel para resumir la lista de los que murieron por dar la lata con rollos que ponían en evidencia lacras y fariseos, oligarcas y putiferios. Entre otras muchas cosas, lo de amar al prójimo tenía mal acomodo en los oídos de quienes llevaban muchos siglos muy cortos de prójimo porque eran pueblo elegido , un puñado de tíos estupendos siempre rodeados por la perversidad ajena. Mal podía amar más allá de sus narices el acostumbrado a textos en que, por decirlo a la moderna, la alegría por ver perder al Barcelona era mucho mayor que la de ver ganar al Madrid. Yo me explico, ustedes me entienden y vamos al párrafo siguiente.

A Cristo, judío, lo mataron sus vecinos judíos y no hay vuelta de hoja. Fue un justo en medio de hienas. Y el asunto trae cola y hay película que ya han querido pasar por la piedra de la corrección política porque, siendo absolutamente evidente que los judíos de hoy nada tienen que ver con aquella estupidez criminal, no les favorece que su insensibilidad para aprender de lo sufrido en carne propia los tenga salidos de madre en lo que hacen sufrir a la carne ajena. Yo me explico, ustedes me entienden y cambio y corto.

Juan J. Moralejo, 2004-02-27

Soledad inmensa

Soledad inmensa Diario Vasco: Hondarribia permanece dolida aún por la muerte de Jokin, el joven de catorce años, estudiante del Instituto de la localidad, que la semana pasada murió tras saltar al vacío desde la muralla. El adolescente venía siendo víctima desde hace más de un año de una situación de acoso y maltrato por parte no sólo de compañeros del centro donde estudiaba, sino también de otras cuadrillas de la ciudad.

Algunos de los estudiantes expedientados apenas salen de sus casas y cuando lo hacen acuden a lugares poco concurridos. Otros han optado por marcharse de la ciudad. Sus padres dicen que los "chavales están deshechos. Lo están pasando muy mal". Tratan de mantenerlos, en la medida de lo posible, distantes de la crispación que se ha generado en torno a sus personas. Temen que este episodio les estigmatice para toda su vida. Tres de ellos habrían ya decidido no continuar en el Instituto hondarribiarra.

Padres de estos chicos afirman que no tenían conocimiento de la grave situación de maltrato en la que el joven fallecido vivía desde el inicio del curso pasado cuando, tras una gastroenteritis que le llevó a hacerse sus necesidades encima, comenzó a ser objeto de mofa por parte de los estudiantes del Instituto. A las risas le siguieron las vejaciones, las humillaciones y hasta las agresiones por parte de un amplio número de alumnos del centro. "En aquellos momentos, su cuadrilla fue su refugio y muchas veces su defensa", sostiene el padre de un alumno expulsado.

La situación para Jokin se agravó después de que él y tres de sus amigos fueran sorprendidos el pasado verano en un campamento cuando fumaban porros. Los monitores enviaron una carta a sus padres y si bien los otros chavales interceptaron las misivas, Jokin no lo hizo. A partir de ahí, la víctima fue acusada de chivato por sus propios amigos y las relaciones entre ellos se tensaron. Al comenzar el curso, el pasado 13, el menor fallecido fue objeto durante tres días consecutivos de diversas agresiones.

Por temor a nuevas palizas, el chico no acudió al colegio. El viernes día 17, la tutora llamó a los padres y les informó de las ausencias. "El sábado por la noche, el padre de Jokin llamó a otro de los padres y le comentó que su hijo estaba siendo agredido. Al día siguiente nos reunimos los afectados y llegamos al compromiso de que nunca más le volverían a poner la mano encima. Me gustaría saber si esto mismo se lo explicaron a Jokin", manifiesta.

"Con Jokin se metían muchas personas, tanto en el Instituto como en la calle y sus amigos solían defenderle", afirma uno de los padres. Sostiene asimismo que los episodios de violencia protagonizados por sus hijos y los amigos de éste se circunscriben a los primeros días del presente curso. "En la primera jornada, por aquello de los porros le dieron algún cachete y el tercer día recibió un tortazo y algunos golpes más, después de la celebración del aniversario del incidente de la diarrea. Este aniversario, sin embargo, fue algo premeditado y allí participaron muchos alumnos, no sólo los ocho que han sido sancionados" explica un padre.

En medio de estos dos episodios, Jokin fue víctima de un bombardeo de balonazos en el gimnasio, un incidente en el que según los padres, no participaron sus amigos ahora expulsados, aunque sí otros compañeros de clase y alumnos de cursos inferiores. "precisamente, fue uno de su cuadrilla quien puso fin a aquella situación" relata un padre, quien admite que Jokin recibió un trato vejatorio, "pero por parte de muchos. Mi hijo es responsable de lo ocurrido el primer y el tercer día de clase»"

Los padres opinan que sus hijos no son culpables de la muerte. "Entendemos que son responsables de lo que han hecho: de haberle pegado y de haberle acosado durante los últimos días. Hemos tratado de hacerles ver que, pese a la pena que les embarga por su muerte y el temor que puedan tener a la reacción del entorno, ellos no le empujaron".