Soledad inmensa
Diario Vasco: Hondarribia permanece dolida aún por la muerte de Jokin, el joven de catorce años, estudiante del Instituto de la localidad, que la semana pasada murió tras saltar al vacío desde la muralla. El adolescente venía siendo víctima desde hace más de un año de una situación de acoso y maltrato por parte no sólo de compañeros del centro donde estudiaba, sino también de otras cuadrillas de la ciudad.
Algunos de los estudiantes expedientados apenas salen de sus casas y cuando lo hacen acuden a lugares poco concurridos. Otros han optado por marcharse de la ciudad. Sus padres dicen que los "chavales están deshechos. Lo están pasando muy mal". Tratan de mantenerlos, en la medida de lo posible, distantes de la crispación que se ha generado en torno a sus personas. Temen que este episodio les estigmatice para toda su vida. Tres de ellos habrían ya decidido no continuar en el Instituto hondarribiarra.
Padres de estos chicos afirman que no tenían conocimiento de la grave situación de maltrato en la que el joven fallecido vivía desde el inicio del curso pasado cuando, tras una gastroenteritis que le llevó a hacerse sus necesidades encima, comenzó a ser objeto de mofa por parte de los estudiantes del Instituto. A las risas le siguieron las vejaciones, las humillaciones y hasta las agresiones por parte de un amplio número de alumnos del centro. "En aquellos momentos, su cuadrilla fue su refugio y muchas veces su defensa", sostiene el padre de un alumno expulsado.
La situación para Jokin se agravó después de que él y tres de sus amigos fueran sorprendidos el pasado verano en un campamento cuando fumaban porros. Los monitores enviaron una carta a sus padres y si bien los otros chavales interceptaron las misivas, Jokin no lo hizo. A partir de ahí, la víctima fue acusada de chivato por sus propios amigos y las relaciones entre ellos se tensaron. Al comenzar el curso, el pasado 13, el menor fallecido fue objeto durante tres días consecutivos de diversas agresiones.
Por temor a nuevas palizas, el chico no acudió al colegio. El viernes día 17, la tutora llamó a los padres y les informó de las ausencias. "El sábado por la noche, el padre de Jokin llamó a otro de los padres y le comentó que su hijo estaba siendo agredido. Al día siguiente nos reunimos los afectados y llegamos al compromiso de que nunca más le volverían a poner la mano encima. Me gustaría saber si esto mismo se lo explicaron a Jokin", manifiesta.
"Con Jokin se metían muchas personas, tanto en el Instituto como en la calle y sus amigos solían defenderle", afirma uno de los padres. Sostiene asimismo que los episodios de violencia protagonizados por sus hijos y los amigos de éste se circunscriben a los primeros días del presente curso. "En la primera jornada, por aquello de los porros le dieron algún cachete y el tercer día recibió un tortazo y algunos golpes más, después de la celebración del aniversario del incidente de la diarrea. Este aniversario, sin embargo, fue algo premeditado y allí participaron muchos alumnos, no sólo los ocho que han sido sancionados" explica un padre.
En medio de estos dos episodios, Jokin fue víctima de un bombardeo de balonazos en el gimnasio, un incidente en el que según los padres, no participaron sus amigos ahora expulsados, aunque sí otros compañeros de clase y alumnos de cursos inferiores. "precisamente, fue uno de su cuadrilla quien puso fin a aquella situación" relata un padre, quien admite que Jokin recibió un trato vejatorio, "pero por parte de muchos. Mi hijo es responsable de lo ocurrido el primer y el tercer día de clase»"
Los padres opinan que sus hijos no son culpables de la muerte. "Entendemos que son responsables de lo que han hecho: de haberle pegado y de haberle acosado durante los últimos días. Hemos tratado de hacerles ver que, pese a la pena que les embarga por su muerte y el temor que puedan tener a la reacción del entorno, ellos no le empujaron".
Algunos de los estudiantes expedientados apenas salen de sus casas y cuando lo hacen acuden a lugares poco concurridos. Otros han optado por marcharse de la ciudad. Sus padres dicen que los "chavales están deshechos. Lo están pasando muy mal". Tratan de mantenerlos, en la medida de lo posible, distantes de la crispación que se ha generado en torno a sus personas. Temen que este episodio les estigmatice para toda su vida. Tres de ellos habrían ya decidido no continuar en el Instituto hondarribiarra.
Padres de estos chicos afirman que no tenían conocimiento de la grave situación de maltrato en la que el joven fallecido vivía desde el inicio del curso pasado cuando, tras una gastroenteritis que le llevó a hacerse sus necesidades encima, comenzó a ser objeto de mofa por parte de los estudiantes del Instituto. A las risas le siguieron las vejaciones, las humillaciones y hasta las agresiones por parte de un amplio número de alumnos del centro. "En aquellos momentos, su cuadrilla fue su refugio y muchas veces su defensa", sostiene el padre de un alumno expulsado.
La situación para Jokin se agravó después de que él y tres de sus amigos fueran sorprendidos el pasado verano en un campamento cuando fumaban porros. Los monitores enviaron una carta a sus padres y si bien los otros chavales interceptaron las misivas, Jokin no lo hizo. A partir de ahí, la víctima fue acusada de chivato por sus propios amigos y las relaciones entre ellos se tensaron. Al comenzar el curso, el pasado 13, el menor fallecido fue objeto durante tres días consecutivos de diversas agresiones.
Por temor a nuevas palizas, el chico no acudió al colegio. El viernes día 17, la tutora llamó a los padres y les informó de las ausencias. "El sábado por la noche, el padre de Jokin llamó a otro de los padres y le comentó que su hijo estaba siendo agredido. Al día siguiente nos reunimos los afectados y llegamos al compromiso de que nunca más le volverían a poner la mano encima. Me gustaría saber si esto mismo se lo explicaron a Jokin", manifiesta.
"Con Jokin se metían muchas personas, tanto en el Instituto como en la calle y sus amigos solían defenderle", afirma uno de los padres. Sostiene asimismo que los episodios de violencia protagonizados por sus hijos y los amigos de éste se circunscriben a los primeros días del presente curso. "En la primera jornada, por aquello de los porros le dieron algún cachete y el tercer día recibió un tortazo y algunos golpes más, después de la celebración del aniversario del incidente de la diarrea. Este aniversario, sin embargo, fue algo premeditado y allí participaron muchos alumnos, no sólo los ocho que han sido sancionados" explica un padre.
En medio de estos dos episodios, Jokin fue víctima de un bombardeo de balonazos en el gimnasio, un incidente en el que según los padres, no participaron sus amigos ahora expulsados, aunque sí otros compañeros de clase y alumnos de cursos inferiores. "precisamente, fue uno de su cuadrilla quien puso fin a aquella situación" relata un padre, quien admite que Jokin recibió un trato vejatorio, "pero por parte de muchos. Mi hijo es responsable de lo ocurrido el primer y el tercer día de clase»"
Los padres opinan que sus hijos no son culpables de la muerte. "Entendemos que son responsables de lo que han hecho: de haberle pegado y de haberle acosado durante los últimos días. Hemos tratado de hacerles ver que, pese a la pena que les embarga por su muerte y el temor que puedan tener a la reacción del entorno, ellos no le empujaron".
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