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Reseña (moral liberal)

El País Negocios:

El capitalismo, ¿es moral?
André Comte-Sponville
Editorial Paidós Contextos
ISBN 84-493-1605-7


Una pregunta tan llamativa como la del título tenía muchas probabilidades de ser una cuestión inapropiada; y efectivamente lo es. El capitalismo no puede ser moral o inmoral porque, como bien aclara el propio Comte-Sponville, pertenece a un orden social técnico-científico que no puede ser juzgado con criterios de moralidad. Pero, con independencia de que el título sea pertinente, las reflexiones del filósofo francés constituyen un ejemplo sencillo de como pueden clarificarse términos tan confusos como, por poner un ejemplo, la mal llamada ética de empresa. Comte traza un dibujo ligero sobre la economía y el orden social que, si bien no profundiza demasiado en la naturaleza del capitalismo (tampoco era su objetivo), permite ordenar las ideas sobre los ámbitos de actuación de la moral, la economía o la política. Siguiendo a Blaise Pascal, menciona un orden técnico-científico, al que pertenece la economía y otras disciplinas, como la física o las matemáticas; un orden político- jurídico, que distingue entre lo legal e ilegal; y un orden moral, que discrimina entre lo que debe ser y lo que no debe ser. El autor entiende que los distintos órdenes se controlan entre sí, pero no deben mezclarse salvo riesgo de ridículo (de nuevo Pascal). Pero aunque el juicio moral sobre el modelo económico sea imposible, el hecho de que se acote el ámbito del capitalismo con otros órdenes ?vale decir poderes? de igual importancia excluye de entrada la aceptación del neoliberalismo como una concepción económica válida para sociedades complejas. La separación entre moral y economía convierte en ridículas expresiones como "moral de empresa" o "ética de los negocios". En términos estrictamente filosóficos, Comte-Sponville tiene razón y bien que se prodiga para demostrarlo. Como las empresas toman sus decisiones en función del interés (para obtener beneficios), y hay que incluir forzosamente en estas decisiones la de respetar escrupulosamente los derechos de los clientes o las reglas de transparencia financiera, no cabe hablar de conducta moral, que siempre está fundada en el desinterés. Pero que el argumento sea correcto no implica que las expresiones mencionadas carezcan de significado; porque el término moral aplicado a la empresa tiene más que ver con las prácticas ?es decir, con las que en teoría impone un mercado transparente? que con los deberes. El libro tiene otras gracias, no siempre evidentes. Aunque le debe mucho a la teoría de los órdenes de Pascal ?de hecho, parece un ejercicio de interpretación del capitalismo a partir de ella?, resulta que el motivo o capricho de fondo es Baruch de Spinoza. Casi se puede seguir la pauta de los escolios spinozistas en la fórmula vagamente aforística que utiliza Comte a partir de demostraciones y definiciones. Por ejemplo, la solidaridad es "la generosidad socialmente regulada y eficaz". O una distinción moral "es la que se hace por deber"; ética "es la que se hace por amor". U otra particularmente venenosa para la el mito de la igualdad de oportunidades: "La mejor manera de morir rico en un país capitalista sigue siendo nacer rico". Sobre estas distinciones, el discursos contra los tópicos de la nueva economía se hace de forma fácil y divertida, complementada además por un epílogo en el que el autor responde las preguntas de empresarios, casi todas sobre la mentada "moral de la empresa", que Comte-Sponville desvía fácilmente hacia la "moral en la empresa", que son términos claramente distintos. Con este tipo de confusiones se articulan los errores de fondo que impiden el tratamiento correcto de los problemas. Y es que, de acuerdo la tesis del libro, resulta absurdo luchar contra la desigualdad económica utilizando las ONG; porque la desigualdad es una función del orden tecnocientífico mientras que los Restaurantes del Corazón, instrumento de caridad mencionado en el texto cuyo objetivo es mitigar lamiseria utilizando la caridad, pertenecen de lleno al orden moral.

Jesús Mota, 2004-09-19

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