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Álbum de recortes

Argumentos aplastantes

Libertad Digital: Nunca tanta retórica estuvo tan vacía de contenido. Nunca se solemnizó de esta forma lo obvio, cuando no lo contradictorio. Nunca tanta vacuidad se descubrió en las intervenciones públicas de un presidente del Gobierno. Parece que dice mucho, para luego no decir nada y cuando intenta concretar algo es pavoroso lo que se puede intuir.

¿Saben de quién estamos hablando? Efectivamente, no es muy complicado. Nos referimos a José Luis Rodríguez Zapatero. La rueda de prensa ofrecida este martes en Naciones Unidas como adelanto a su intervención ante la Asamblea General es un ejemplo muy clarificador de alguien que no sabe lo que dice y que desde luego es mejor que no dijera nada. Cuando hace amago de realizar grandes planteamientos en público es para echarse a temblar.

Zapatero, tan campante, como quien habla del último partido de liga, ha aprovechado su estancia en Naciones Unidas para decir que la paz necesita más valentía que la guerra o que propone una gran alianza internacional para que no vuelvan a construirse muros entre civilizaciones. Zapatero filosofa sobre la vida, sobre los sentimientos y sobre la historia. Redicho, cursi y aparatoso en las formas, pero vacío en el fondo.

Zapatero se enreda en sus propias trampas dialécticas, con un resultado final desastroso. El presidente del Gobierno, intenta frenar su falta de gestión, con palabras y más palabras. Al final todo es simple palabrería. Vacía y sin sentido. El problema es que cuando esa palabrería viene de un responsable político se convierte en peligrosa. Esto no es juego, ni una adivinanza. Y Zapatero es llamativamente superficial. Ese es el problema.

Ignacio Villa, 2004-09-21

Libertad Digital: El asombro y la estupefacción va en aumento. Cada nuevo vistazo al discurso de Zapatero no hace más que provocar una mayor incredulidad. ¿Es posible que el presidente del Gobierno de España haya leído este texto en Naciones Unidas? ¿Es posible decir, en menos tiempo, tantas boberías? ¿Es posible tanto ridículo en algo más de un cuarto de hora? Sinceramente, la intervención de Zapatero en Nueva York pasará a la historia por su carácter marcadamente infantil.

Hay de todas formas una cuestión clave en esta historia. ¿Vive ZP en otro mundo, en un mundo feliz, o es que se refugia en las "utopías hippies" para esconder su incapacidad de afrontar y gestionar la política y la economía española? Zapatero ha tardado muy poco tiempo en apalancarse en las tribunas internacionales para no enfrentarse a las grandes cuestiones a las que tiene que hacer frente su Gobierno.

"Seamos todos buenos" dice el presidente del Gobierno, mientras, los astilleros están en la calle, el déficit del Estado sube, la política de inmigración es un desastre, la reforma constitucional está abierta y su crédito internacional es inexistente. Zapatero rehuye sus responsabilidades escudándose en viejas ideas más propias de una sociedad marginal que de una sociedad del siglo XXI en pleno desarrollo y con muchos retos por delante.

Es preocupante que el Jefe del Ejecutivo se atrinchere en una filosofía barata y de medio pelo, trasnochada y caduca en un intento de dar contenido a un recipiente que rebosa banalidad. Pero -¡ojo!- que está actitud es "altamente peligrosa". Detrás de la "foto pacifista" hay una clara imposibilidad de gobernar. Y en muy poco tiempo pagaremos todos los españoles esa irresponsabilidad. Estamos en pleno proceso: del talante al iluminismo. ¡La que se nos viene encima!

Ignacio Villa, 2004-09-22

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