Blogia
Álbum de recortes

Carteo y coda

Gara: Ocurre, a veces, que posturas que nos gustaría adoptar o pasos que deberíamos dar no los damos porque sabemos que van a ser utilizados de tal manera que se hará una lectura distinta a la intención con la que se realiza ese gesto. Lo que no se puede permitir es que se diga que has dado un paso explicando con detalle algo que jamás ha ocurrido, y esa es la razón del título de estas líneas. Me explico.

Un amigo me entrega fotocopia de unas páginas del libro "Autobiografía razonada" (Ed. Taurus 2003) de Fernando Savater. En la página 355 el autor hace referencia a mi persona como su compañero en la Plaza de Guipúzcoa de San Sebastián: «Entre los poquísimos personajes populares que aquellos días aparecieron en nuestras concentraciones figuraba el simpático forzudo Iñaki Perurena, campeón de levantamiento de piedras. Yo procuraba ponerme siempre cerca de él por si nuestros hostigadores venían a por nosotros».

Me dirijo a usted, Señor Savater, ya que si realmente todo lo que dice o escribe es tan verdad como esto, compadezco a sus seguidores y admiradores.

En cuanto a lo de simpático forzudo, le diré que mi forma de entender lo de ser harrijasotzaile no es, precisamente, la de ser forzudo; y en cuanto a lo de simpático, lamento desilusionarle, ya que mentiras como la suya me borran la sonrisa.

Creo que mis palabras y actos, así como mi forma de ver las cosas que aquí ocurren son conocidas. Sin embargo, no puedo por menos que hacer una pequeña reflexión al respecto, ya que usted parece desconocerlas profundamente. Por muchas cosas que usted diga sobre movimientos etnicistas, nacionalistas y demás supuestas deformaciones que observa en nuestro derredor, aquí, desde su San Sebastián y tirando hacia el Pirineo por ambos lados, ha existido históricamente una estructura de convivencia absolutamente soberana, independiente y respetada en Europa, con sus leyes, tribunales, cortes, moneda, imprenta, lengua y todo aquello que requería un Estado propio. Una estructura política que durante siglos ha sido erosionada mediante la fuerza.

Si resulta que debemos olvidar todo eso y aceptar como verdadera y buena la forma en la que se nos ha hecho creer que ocurrió, así como que fue por nuestro bien, entonces sí señor Savater, entonces puede escribir en la próxima edición de su libro que no sólo nos concentrábamos juntos, sino que luego nos íbamos a cenar, y puede usted incluso hacer mención del voraz apetito de quien suscribe, porque así le quedará más gracioso.

Ironías aparte, le ruego que:

1. Diga públicamente que es mentira lo que escribe sobre mi presencia junto a usted en dichas concentraciones.

2. Explique por qué ha escrito dicha falsedad.

3. Diga por qué ha incluido en la mentira la coletilla de «siempre se ponía a mi lado», dando a entender que ocurrió muchas veces; ya que si llega usted a decir que en alguna ocasión aparecí por allí, aunque luego yo lo negase, podría generar alguna duda.

Espero que, en caso de nuevas ediciones de su "Autobiografía razonada", la mentira que ha dado lugar a esta carta no vuelva a ser publicada. Nada más.

Iñaki Perurena

Diario Vasco: Por lo visto, Iñaki Perurena se ha llevado un buen susto cuando alguien le ha mostrado una página de mi último libro en la que cuento que asistió en San Sebastián a alguna concentración de protesta tras un asesinato de ETA, en la que yo también estuve. No creo que tal presencia sea nada de lo que avergonzarse, pero parece que Perurena sí lo cree así y -supongo que movido por actuales compromisos televisivos o de otra índole, ya se sabe que el que paga manda- cree conveniente modificar su biografía en ese punto... a mi costa. Pues no, señor Perurena: es usted el que miente y no yo. Usted asistió al menos a un par de tales actos cívicos, lo cual le honra: lo que en cambio no le honra es negarlo ahora, usted sabrá por qué. Y lea bien el texto que usted mismo cita: nunca dije que fuera usted el que se pusiera a mi lado sino que me ponía yo al suyo. Lo contaba un poco en tono de broma ligera, como lo de «simpático forzudo» que también parece haberle molestado. Pues nada: lo retiro. Iñaki Perurena no es forzudo ni simpático; tampoco sabe una palabra de historia, a juzgar por la leccioncilla mitológica que perpetra en su carta. Lo demás lo mantengo todo punto por punto y ante quien haga falta, sea forzudo o no.

F. Savater

Diario Vasco: Vuelvo a decir que es mentira lo que dice usted en su libro sobre mi. Es totalmente falso que en las concentraciones en la plaza de Gipuzkoa de San Sebastián usted se colocara a mi lado, porque yo nunca me he concentrado allí. No creo, ni he dicho, que sea vergon-zante estar en contra de ningún asesinato, ni de ETA, ni de otros, ni quiero cambiar mi biografía. Reitero que mis pasos están a la vista de todos, y en esos pasos he dicho que ETA es un mal, y que me han dolido los muertos que ha provocado, y que deseo que deje de existir, y que si pudiese hacer algo por ello lo haría, como también creo que ETA es un mal consecuencia de otros males. Mis palabras y actos, acertados o no, son porque quiero ser leal conmigo mismo. No para conseguir un bocado televisivo.

Señor Savater ¿Insinúa que para trabajar en ETB no conviene estar en contra de ETA o el terrorismo? Yo no soy historiador, pero desde que leí la frase «el pueblo que se divorcia de su historia abraza la muerte», me interesa conocer la historia de mi pueblo. Quien conozca esa historia y lo dicho por mi y por usted en estas líneas sabrá quién está diciendo disparates. Estoy por la vida y me duele tanta muerte. Deseo una vida digna, que es lo más grande y lo mínimo que se puede pedir. Deseo esa vida para las personas, sus ideas, sus palabras, sus lenguas, culturas y pueblos.

Diario Vasco: Acláreme usted una cosa, sr. Perurena. Supongamos que yo me equivoco y usted nunca se concentró en la Plaza Guipúzcoa contra ningún crimen de ETA. Supongamos que vi a otro deportista famoso, por ejemplo un jockey de Lasarte, y le confundí con usted. Si usted está contra los asesinatos y no considera malo protestar contra ellos, ¿por qué se indigna tanto por mi error? Después de todo, lo que hice en mi libro era elogiarle, no acusarle de ningún atropello. Y me reconocerá que no tengo ningún motivo para inventarme cosas elogiosas sobre usted, salvo que quiera pedirle que me eche una mano con los muebles en la próxima mudanza.

Su enfado guarda poca proporción con el motivo que lo provoca, sr. Perurena. Se parece más bien al sobresalto de alguien a quien se le acerca de repente el comisario político de turno y le dice: «¿Sabes que Savater habla de ti en su libro? Y cuenta que ibas con él a no se qué concentraciones. En fin, tu verás, pero a ver si eso te va a traer problemas...». Y entonces, ¡zas!, carta indignada al canto. Que una cosa es estar contra ETA y otra contaminarse con la proximidad de quienes se atreven a criticar al nacionalismo, aunque tal cercanía se diese hace veinte años y por una buena causa.

En fin, señor Perurena: que esa «vida digna» que usted desea y yo también es difícil de conseguir, pero aún más difícil de conservar: la dignidad siempre trae problemas, sobre todo en el País Vasco.

F. Savater

Rebelión: Los lectores hemos asistido a una diatriba entre Iñaki Perurena y un antipático enclenque olvidadizo, que le citó erróneamente, según acaba reconociéndolo ante la evidencia más incontestable de la prosa contundente del harrijasotzaile navarro. El colmo de la insolencia ha sido acusar al poeta de Leitza de estar vendido a intereses por parte de un verdadero experto en el tema, que podría quedarse calladito, al menos en la prensa local, tras cambiarse por enésima vez de camisa azul y de chaqueta multicolor, como recordamos todos los vascos con memoria, y dedicarse a recrear su historieta personal para otros mercados, como es su especialidad. Frente a un culto baserritarra, y empleando a la preciada institución vasca ETB como insidiosa arma arrojadiza, el constructor de autobiografías y recuerdos falsos, pretende vanamente injuriar a todos los vascos hablando nada menos que de ajenos comisarios políticos, cuando éste es otro de sus reconocidos pluriempleos, paradigmático del "quien paga, manda".

Ha sido un debate manifiestamente desigual, porque la altura ética y moral de nuestro deportista y actor le otorga una insalvable superioridad de coherencia y dignidad, propio de quien hace treinta años y en la actualidad, pensaba y piensa lo mismo sobre la violencia, sin sacar una vergonzante tajada por ello, ni antes ni ahora. Y si las urnas no mienten, los vascos también nos quedamos con la Historia en la que cree Iñaki Perurena, y no la de un repulido amnésico, ciertamente inconfundible por el oportunismo de sus artimañas, sin otro mérito que seguir siempre al lado de los poderosos, quienes ahora contratan críticos contra el nacionalismo vasco.

Finalmente, quienes llevamos toda la vida rechazando todas las formas de violencia política, sin relatar ni enarbolar nuestra presencia en centenares de concentraciones y manifestaciones por la paz, donde no mirábamos quiénes estábamos ni nos movíamos para salir mejor en ninguna foto, le agradecemos al mendaz y asustadizo oponente de nuestro harrijasotzaile su última reconversión, como siempre desinteresada. Pero que se ponga a la cola, como poco enigmático converso que es, y no pretenda dar lecciones de coherencia en Euskadi, ni a señalar que la dignidad trae problemas, como sabemos demasiado bien los vascos, y probablemente mejor que nadie Iñaki Perurena, una de las figuras más queridas y representativas del sentimiento vasco, pacífico y democrático.

Mikel Agirregabiria Agirre

1 comentario

Asigan -

Pues la verdad, no se entiende la indignada reacción de Perurena salvo en el contexto apuntado por Savater.

El último recorte, el de Rebelión, es una visión más bien ciega del debate.